-¿Michael no ha llegado aún? – Preguntó Bella.
-Llegará tarde. – Contestó Jason.- Como siempre.
Me bebí de un trago la mitad de la copa que me quedaba al ver aparecer por la puerta a un Michael con más gomina que pelo y a su lado una rubia despampanante que le sacaba una cabeza.
-Hola chicos.- Saludó dando una mirada general. – Esta es Crystal, había quedado con ella antes de que me dijeseis que tenía que venir, así que la he traído, espero que no os importe.
-Hasta tiene nombre de guarra...- Susurré para mí misma.
-Hombre…- comenzó Bella pero Alex la apretó la mano ligeramente y negó con la cabeza. Mike era un caso perdido para todos. Suspiró antes de hacer el gran anuncio. – Alex y yo estamos comprometidos.
Iba a necesitar más whiskey si quería soportar aquella noche. Una boda. Siempre las había adorado pero tanto amor me saturaba, sobre todo ahora que odiaba prácticamente a todo ser humano. Todo el mundo saltó a felicitar a la pareja menos la chica de esa noche de Michael y yo. Me había quedado petrificada en mi sitio. Además, al estar al lado de Bella nadie me daba la oportunidad de levantarme.
A mi mal humor no ayudó ver cómo Jay se quitaba de mi lado para ir a la entrada, donde esperaba una chica a la que conocía. Era Emma y no la veía desde aquella tarde en casa de Jason. Ahora tenía el pelo color miel y los ojos del mismo color que hace cinco años. Ambos se acercaban a la mesa y cada vez me sentía más perdida en aquel lugar. Me giré a mi amiga y la felicité por el compromiso. Mandó callar a todos los presentes en la mesa.
-Cassie, Natalie, quiero que seáis mis damas de honor.- Dijo emocionada.- Y sería increíble si Anthony fuera el niño de los anillos.
Mi mandíbula cayó hasta el piso de abajo. En aquel momento la tensión podría cortarse con un cuchillo.
-¿Quién es Anthony? – Preguntaron Emma y Crystal al unísono.
-Mi hijo.- Contesté en apenas un susurro.
-Anda, ¿tienes un hijo? – Todas las miradas se posaban sobre mí en aquel momento. – No sabía que estabas casada.
-No lo estoy. Soy madre soltera. – Afirmé mirando a Emma.
Nadie dijo nada, sin embargo a los pocos minutos los sentados en la mesa volvieron a hablar. Andrew y Natalie estaban acaramelados en una esquina, la rubia le susurraba algo al oído a Michael quien la ignoraba ya que estaba hablando con Alex y Bella y Emma y Jason estaban justo a mi lado, ella acariciando el brazo de Jay. Me levanté de la mesa y me dirigí a la barra para pedir otra copa. Un Martini para variar un poco. Volví a mi sitio con ella en la mano, haciéndome hueco entre todas las parejas.
-¿Qué te parecería si los vestidos de dama de honor fueran rojos? – Preguntó con un brillo en los ojos que nunca la había visto. – He visto uno que seguro que os quedaría ideal a las dos.
Sonreí y asentí. Me quería ir de aquel lugar en el que me encontraba peor por momentos. No sé si era por el anuncio de mi amiga, que se casaría demasiado joven, por Emma que no paraba de sobar a Jason, por Michael que su mera imagen me daba ganas de vomitar o por lo pegajosos que eran Andrew y Natalie, que no se separaban.
Emma se levantó del sillón mientras Jason se quedaba en su sitio. Cuando despareció de nuestra vista, él se giró hacia mí.
-Cass… Sé que hice mal en decírselo pero es que no era justo para él no saberlo…- Dijo en mi oído.
-Claro pero sí era justo traicionarme y contárselo cuando te había pedido específicamente que no dijeras nada, ¿Verdad? – Contesté. Agachó la cabeza.
-Lo siento. Sé que no sirve de nada, pero de verdad lo siento. Aunque si te sirve de algo, mi silencio no habría cambiado nada. Él seguiría siendo el mismo cretino que es ahora y habría negado a su hijo de la misma manera…
-Pero no se habría enterado por un tercero.
-El resultado habría sido el mismo... – volvió a repetir.
Me llevé la mano a la cara. Harta de todo y con ganas de tomar el aire. Vi como Emma volvía y Jason volvía a ignorarme. Miré el reloj, apenas eran las doce, me esperaba una hora de camino a casa, – además del tráfico.- de modo que decidí despedirme de todos y poner rumbo de nuevo a mi casa.
Llegué a mi hogar para encontrarme a mis dos hombres de la casa acostados, cada uno en su cuarto y la chimenea encendida, esperándome. Me serví leche, la calenté y me senté al fuego, mirando por la ventana.
Como era de esperar, al contrario de la paz que buscaba en aquel sillón, mi cabeza comenzó a pensar acerca de aquella noche. Acerca de Anthony, si debería decirle quién es su padre o no. Acerca de Jason, me había hecho daño pero lo cierto es que él tenía razón y había actuado de forma correcta. Al fin y al cabo él era el mejor amigo de Michael también por aquel entonces. Pero sobretodo, acerca de Alex y Bella. Se querían, se podía ver, pero ¿cuánto duraría su relación? El comienzo de esta no había sido precisamente buena, con todo el drama de nuestra relación de por medio, y hasta ahora no sabía qué había pasado entre ellos durante mi ausencia.
Dejé el vaso encima de la mesita que sujetaba la lámpara de lectura y posé mi cabeza sobre el respaldo, tumbándome lo más posible en aquel sitio e intentando dejar la mente en blanco mientras diversas imágenes seguían volando por ella. Emma había estado especialmente pesada y pegajosa aquella noche, no la recordaba así de aquella tarde en que la conocí y no entendía el motivo de aquella actitud. Michael había cambiado. Si bien se alejaba del chico dulce del que estaba enamorada hace años, ahora parecía un mero chuloputas del tres al cuarto, por no hablar de su compañía.
Entre pensamientos como aquellos me fui quedando dormida en el sillón por lo que pareció una eternidad. Me desperté con el sol dándome en la cara y un dolor de espalda que apenas me permitía moverme. Oí unos pasos y pude escuchar a mi padre farfullando mientras bajaba la escalera. Se calló de golpe al verme en aquel lugar luchando contra mi dolor de espalda para mirar el reloj de la sala.
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Find You In The Dark
FanfictionLos años pasan y no precisamente en balde. Hace ya cinco años Cassie abandonó la New York University de manera repentina para ponerse a trabajar en otro estado intentando olvidarse de todo. Sin embargo aquello resultó imposible. Lo único que la unía...