Capítulo 16

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Estaba sin aliento. El corazón me latía a mil por hora y mis ojos estaban llenos de lágrimas luchando por salir. No iba a permitir que lo hicieran. Él me amaba. Me había amado desde dios sabe cuándo y nunca había dejado de hacerlo. ¿Yo? Ni siquiera yo sabía lo que sentía. Jason había hecho que pasara los peores momentos de mi vida, la mayor de las agonías cuando supe que Michael lo sabía y la mayor de las decepciones cuando me di cuenta de que no había hecho nada por conocer de verdad a su hijo, e incluso le había negado. Jay había sido mi mejor amigo. Siempre había estado a mi lado. Cuando todo se volvía negro él era la luz que había en aquella oscuridad. No sabía qué sentía por él. Y, he de aceptar, me daba miedo si algún día descubría que le amaba. No quería pasar de nuevo por todo el dolor de dejar a alguien e irme, asustada de mis sentimientos. Había crecido, y en mi interior parecía que seguía siendo una adolescente. No quería pasar por aquello que había pasado con Michael y que él se convirtiese en lo que mi ‘amigo’ era ahora.

-Yo… Jay… No siento lo mismo. – No tenía claro mis sentimientos, sin embargo no me atrevía a decírselo. Porque le conocía. Sabía que si le daba una mínima oportunidad de que sintiera algo por él, iba a declinar todas las oportunidades que tuviera. ¿Y si al final me daba cuenta de que no le quería? ¿Y si hubiera esperado en vano? Sólo le habría causado dolor y quitado la oportunidad de que fuera feliz. Prefería vivir sin él, aunque más tarde me daba cuenta de que en realidad le quería como algo más que amigo, si eso significaba que él podía encontrar la felicidad con otra mujer.

-Pero también puede romper tu corazón en mil pedazos y hacerte sentir muerto por dentro. – Dijo tras un silencio incómodo mirando hacia otro lado. Por un segundo, miró mi cara y pudo ver en ella la incertidumbre en la que se sumaba. – Intentaba terminar el párrafo que debió ser el último que te dijera… 

Bajé la mirada al suelo. No me atrevía a mirarle a la cara y los ojos me ardían. No sabía cómo mejorar esa situación. Nunca quise alejarme de él, aunque fuera lo que parecía. Me había hecho daño, pero necesitaba tiempo para pensar.

-No te culpo.- Dije con un hilo de voz. Sus ojos se posaron en mí de nuevo.- Por decírselo a Michael. – Yo… estaba embarazada de él… - Miré hacia arriba intentando contener las lágrimas. – Y era tu mejor amigo… A pesar de decírselo, no dejaste de apoyarme. Nunca. Siempre estuviste a mi lado cuando te necesité, no importaba si estabas a mitad de un tour, te escapabas un par de horas para venir a verme… No importaba la hora que fuera, porque sabía que siempre acudirías a mi llamada… Yo… fui tan egoísta… No pensé en que tuvieras una vida lejos de mí. – Le miré. Escudriñaba mi gesto sin pestañear. – En el fondo sabía que te estaba quitando… cómo decirlo – Posé mi mano derecha sobre mi frente. – Que estaba quitando parte de tu tiempo en el que quizá podrías estar… no sé, conociendo a alguien, o haciendo algo que te gustara, como practicar con la banda…

-No quería una vida lejos de ti, Cass. Sigo sin quererla. Estar a tu lado y del de Anthony me ha dado los mejores momentos de mi vida y no los cambiaría por nada… y lo que más me duele es pensar que ahora todo va a ser diferente entre nosotros… - Suspiró. Tragué el nudo que se había creado en mi garganta al escuchar aquella última frase. No quería que las cosas fueran diferentes.

-No tienen por qué serlo… Al fin y al cabo… hemos sido amigos hasta hace un par de días... nunca fuimos nada más… Las cosas no tienen por qué cambiar… - Cambiarían. Sabía que lo harían. Pero necesitaba convencerme a mí misma de que no lo iban a hacer, de que pasara lo que pasara, todo continuaría de la misma manera.

El silencio reinó en la habitación durante dos horas, hasta que mi padre entró en la habitación. Jason y yo estuvimos sentados en el sofá hasta aquel momento, cuando él se levantó y despidió. “Me voy, ya que ha llegado tu padre”, dijo. Apenas se despidió de mí con la mano en el aire. Pasó por al lado de mi padre y este dio una palmada en la espalda mientras le miraba. Entonces, aquel moreno con chaqueta de cuero, camiseta de rayas y pitillos negros se fue de la habitación, poniéndose sus Rayban negras y mirando atrás una última vez.

Mi padre y yo estuvimos durante los próximos tres días en el hospital, turnándonos para ir a dormir a casa. La operación de Ant había salido perfectamente y ya estaba dispuesto a volver a su hogar. Habíamos pasado Nochebuena y Navidad y habíamos llevado los regalos del pequeño al hospital para que cuando se despertara el día 25 viera que había venido Santa Claus. 

Find You In The DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora