Seiya por desgracia nunca conocío a su familia. Aveces se preguntaba en porque lo abandonaron. ¿Acaso el era algo que sin despecho pudieron tirar a la basura?
Poseídon, dios de los mares, fue bendecido con la vida de su pequeño príncipe, que a tan t...
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Tiempo. El concepto más confundente para Poseídon. Desde la noche a la mañana, tanto puede cambiar. Pueden ser cosas buenas, pero también, las peores. Y a el, le tocó la peor de todas.
Poseídon sabía lo que tenía que hacer. Aunque le causaría mucho dolor. Tendría que dejar a su pequeño en manos seguras.
Las visiones de Zeus habían empezado en temprana edad del pequeño, con el apenas cumpliendo 4 meses, la primera visión de Zeus le hizo ver algo terrible.
Se podía ver el reino en absoluto desorden, destruido hasta ser dejado en ruinas...
El no había entendido en porque eso pasaría, ya que no tenia ningún conflicto con nadie, y menos con alguien que pudo ocasionar eso.
Al llegar casi un año del príncipe, Zeus de nuevo tuvo una visión, y esta era más clara. Este le enseñaba como su pequeño había crecido, pero...lo raro, es que no estaba en ningún lugar que pareciera ser su hogar o el Olimpo.
Parecía ser que estaba en un lugar... humano. En un lugar de la tierra, donde su reino no poseía rumbo.
Poseídon no quiso, ni pudo aceptar esas visiones. Y siempre se iba con una mirada de terror, confusión, y más, una tristeza enorme.
Era ya medianoche, y Poseídon junto a Seiya estaban durmiendo.
Su pequeño estaba junto a el, acurrucado contra su pecho, durmiendo con un ronquidos pequeños.
Pero, Poseídon estaba algo tembloroso, parecía estar teniendo un sueño, algo...extraño.
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Una voz le gritaba por la oscuridad. Sentía a alguien sosteniendolo con fuerza, una sensación de dolor se apoderó de su cuerpo. Pero, parecía que el dolor desvanecía, un cosmos cálido lo cubría.
Al abrir sus ojos, su visión estaba sumamente borrosa, y no podía distinguir bien nada. El cielo estaba nublado, lluvia caía sin piedad, pero para el, le parecía algo relajante.
El quien le estaba hablando, parecía ser un caballero. Lo poco que pudo distinguir, era que portaba una armadura blanca, con alas grandes...
Alas, que aparecían estar cubriéndolos de la lluvia, un escudo contra qualquier cosa que estaban enfrentando.
