Frío, calor

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Resumen: Hiccup duerme mal. Bastante mal. En el sentido en el que siempre necesitaba abrazar algo para dormir. Astrid no duerme mejor, se mueve demasiado y lanza patadas a todos lados.

Esto representa un problema cuando ellos están casados. Especialmente para Astrid, que descubre que ya no puede dormir sin él.

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Hiccup duerme mal. Bastante mal. En el sentido en el que siempre necesitaba abrazar algo para dormir. Astrid no duerme mejor, se mueve demasiado y lanza patadas a todos lados.

Ya habían dormido juntos antes; sin embargo no habían tenido problemas antes. Dormir abrazados no era un problema para Astrid, estando siempre tan cansada después de lo que habían hecho, sin embargo, ahora que estaban casados, ahora que compartían una cama todas las noches, las cosas eran un poco... distintas.

Hiccup la abrazaba mucho a la hora de dormir, la rodeaba con los brazos y piernas, como si la tuviera atrapada, no solía ser delicado, no, su agarre era firme. El problema, además de la evidente fuerza, era el calor. Nuevo Berk no era como Viejo Berk, no hacía tanto frío, había mas sol y mas calidez en el clima de este, por lo que, sí, estar atrapada en los brazos de una persona en verano, cuando no hacía tanto frío, y si esa persona en Hiccup, la persona mas cálida que ella había conocido jamás, a pesar de que este hombre era sumamente friolento...

Astrid terminaba hostigada. Sudando, incomoda, sin poder dormir bien. Hiccup no roncaba mucho, y el volumen en el que lo hacía no era tan grave, aunque juntándolo todo con todo... Era irritante.

Hiccup no la pasaba mejor. Astrid tenía la mala costumbre de no trenzarse el cabello a la hora de dormir, por lo que, sí, terminaba con cabello rubio en la boca o en la nariz, su esposa babeaba, se adueñaba de las sabanas y las cobijas, e incluso hablaba dormida a veces, pero lo que era peor sin duda era el hecho de que siempre lanzaba patadas y golpes a diestra y siniestra; casi siempre lo despertaba en medio de la noche, con un puñetazo en la boca o en la nariz, patadas en el muñón (que sí, es muy sensible), codazos en las costillas e incluso, con quejidos por parte de su esposa.

— Quitate.— decía entre sueños, ya harta de sentirlo tan cerca. Hiccup aflojaba el agarre y un poco herido se apartaba un poco, suspiraba y trataba de volver a dormir.

Todo se mantenía estable por unos momentos, hasta que Hiccup, entre sueños volvía con Astrid, la atrapaba en sus brazos, escondía su cabeza entre el cuello y el hombro de Astrid, ella se dejaba hacer hasta que volvía a sentir calor. El ciclo entonces, se repite.

Enjuague y repita.

Ella prefería que él se alejara un poco antes de ceder las cobijas, él prefería abrazarla aunque tuviera medio kilo de cabello en la cara.

Astrid despertaba despeinada, al amanecer. Hiccup rezongaba un poco, siempre quería quedarse un rato mas. Ella terminaba despertándolo jalándole el cabello con suavidad. Estaba cansado, no era para menos, él siempre dormía tarde, ella dormía temprano...

Así que, sí, la hora de dormir en un principio fue desastrosa.

Igual, ninguno hacía demasiados comentarios del tema, no porque no quisieran hablarlo, sino porque no creían que fuera un problema demasiado grande. Valka le había dicho a Hiccup que con el tiempo todo mejoraría, los padres de Astrid habían mencionado algo igual, Gobber les había aconsejado tener un bebé.

— ¿Eso en qué ayudaría?— preguntaba Hiccup, metiendo un trozo de metal al agua fría de la fragua.

Gobber sonreía, pícaro.— Así quedan cansados y ninguno se queja.

Aunque había hecho una mueca de pudor, se lo pensó. Sin embargo, ambos no planeaban el tener hijos tan pronto, así que esa parte podían saltársela. El problema era que... no se podía tener sexo todos los días.

La única solución era el tiempo, al parecer.

Era raro que Hiccup demorara tanto en subir a dormir, usualmente se quedaba en la parte de abajo, en su restirador, dibujando o armando cosas. Planeando las actividades que se realizarían al día siguiente, pero siempre terminaba subiendo. Hoy, al parecer, no.

A pesar de que todo estaba en orden, , que tenía la cama completa para ella sola, no se sentía cómoda. Se removía entre las sabanas, buscando una posición para conciliar el sueño. Sentía que algo faltaba, que la cama era enorme y que estaba haciendo frio.

En pleno verano.

Apretó los puños, pateó las sabanas, abriendo los ojos fuertemente cerrados; estaba muy oscuro, por lo que era tarde, no entendía si era la costumbre o la preocupación, pero necesitaba a su esposo para dormir, aunque la sofocara en medio de la noche o aunque le roncara en el oído.

Se levantó, acomodándose el enmarañado cabello, arreglando las arrugas del camisón blanco que estaba usando. Ni siquiera se molestó en ponerse las botas o alguna manta encima, solo tomó una vela, la encendió. Abrió la puerta del cuarto y bajó las escaleras, en busca de su esposo, ya era demasiado de estar despierto...

Lo encontró echado sobre el restirador, roncando, rodeado de lapices, hojas y carbones. Astrid se acercó de puntitas, sin hacer ruido, miró los dibujos que su esposo estaba haciendo. Huh, mejoras en los molinos. A pesar de la incómoda posición, Hiccup se veía muy cómodo, apacible, sin embargo, la forma en la que estaba su cuello le pasaría factura en la mañana.

Con todo el dolor de su corazón, Astrid se decidió a despertarlo, al principio le tocó el hombro, agitó su cuerpo con suavidad, pero Hiccup estaba noqueado, recibió unos quejidos en respuesta.

— Hiccup.— lo llamó, al oído. Hiccup volvió a quejarse.— Hiccup.— repitió, llevando una de sus manos al suave cabello del castaño, le acarició con mimo.— Cariño...— canturreó, sintiéndose un poco fuera de lugar. Todavía no se acostumbraba a llamarlo así, además, seguía siendo demasiado bueno para ser verdad.— Hiccup...— esta vez decidió tirar un poco de su cabello.

Como ya estaba acostumbrado, el hecho de sentir el tirón lo hizo abrir los ojos perezosamente. Se quejó otra vez y a duras penas se incorporó, bostezando.

— ... muy cansado.— balbuceó, parpadeando repetidas veces, con la mirada perdida y las pupilas tratando de ajustarse a la luz de las velas.

— Lo sé.— murmuró ella en respuesta, le quitó los carbones de las manos.— Ven, ya es tarde.

Hiccup asintió, con pereza se levantó. Había sido una semana agotadora, Astrid lo veía trastabillar o trabarse mirando un punto fijo en la nada, se veía adorable. Viendo que no estaban logrando gran cosa, decidió tomarlo en brazos y llevarlo hasta la habitación.

— ... Puedo caminar...— se quejó como un niño pequeño, Astrid se rió en respuesta. Una vez llegaron, lo dejó sentado en la cama, Hiccup le aseguró que él podía quitarse el peto de cuero, los pantalones y la pierna; lo hizo, lentamente, pero lo hizo.

Astrid se acostó a su lado, ahora que lo sentía a lado de ella, podía empezar a sentir el sueño apoderarse de ella. Hiccup volvió a quejarse, Astrid, sonriendo, se giró hacía él.

— Ven.— extendió los brazos, tenía sueño, sí, estaba cansado, también, pero la quería cerca. Añoraba sentir toda la maraña de pelo de su esposa en la cara, no importaba si mas tarde recibía un puñetazo en la nariz.

Astrid escaló por el cuerpo de él hasta quedar sobre su cuerpo, lo abrazó también. Recordó también el porque adoraba dormir con él, le gustaba su olor, le gustaba sentirse protegida en sus brazos, le gustaba el sonido de su respiración desde su pecho, tan rítmica y calmada que la convencían de que todo iba a estar bien.

Hiccup la estrechó en sus brazos. Sí, el cabello era un problema y seguro que mañana tendría la camiseta empapada por su saliva o con golpes, o sorprendido por alguna palabrota que ella soltaba dormida, pero eso no arruinaría lo genial que era tener el pequeño cuerpo de su esposa en sus brazos, sintiendo la suavidad de este, inhalando el aroma de su cabello...

Nada podía arruinar esa paz caótica. La nueva y extraña forma en la que descansaban ahora.

Excepto tal vez Gobber, irrumpiendo en la casa a medio día, preguntando por los jefes de Berk, despertándolos de golpe. Tenían reuniones con los pueblos vecinos... ¡E iban tarde!

¡Se habían quedado dormidos!

Bocadillos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora