C. III: Presentación

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Eran ya casi las 6 de la tarde y estaba exhausta.

Por la mañana a las 9 en punto, una chica de nombre Astra fue a mi habitación. Ya estaba despierta y no tenía ni idea sobre dónde estaban los baños aunque me daba una idea.

Fue por mí para llevarme a las regaderas que eran exclusivas. Me imaginaba que eran compartidas pero al parecer, aún se mantenía la privacidad (en algunos aspectos).

Me metí a la ducha y dijo que me esperaría en el comedor y empezar a entrenar.

Cómo me imaginé, había un uniforme que no era tanto mi estilo de vestir. La ropa era muy ajustada a mi gusto pero no me quedó de otra.

El agua acariciaba mi piel con las carreras que hacían las gotas para ver cuál caía primero. Me relajé un momento y escuché que alguien había entrado más no tomé importancia.

Cerré la llave y sequé mi cuerpo para ponerme una blusa ajustada color rojo unos mallones térmicos de color negro y unas botas dos dedos arriba de la rodilla. Me sentía como comida comprimida dentro de toda esa ropa que me asfixiaba. Salí con la toalla en mis hombros para impedir que el agua de mi cabello mojara mi ropa de entrenamiento.

Di unos pasos y en el lavabo estaba la persona que supuse entró cuando me encontraba aún dentro de la regadera. La miré mal de una forma discreta, pues no era la primera vez que la veía.

—¿Por fin te ha quedado claro que no somos los malos, Phel? —habló la ojiverde con acento estadounidense.

Sólo me reí bajo, no pensé que la información fluyera como río abajo.

—No confío en ustedes todavía. —espeté sin restarle importancia a lo que dijo— Que me quede callada no quiere decir que deposité mi fe en esto. —abrí mis brazos haciendo referencia al lugar.

—El Protocolo no es un santuario. Si no confías en nuestros principios, no entiendo la razón del porqué estás aquí.

El ambiente se tensó.

—No es como que tenga remedio. No me gusta que invadan mi espacio personal. —le miré sin ninguna emoción.

—Yo tampoco confío en ti. —soltó y sólo fruncí el ceño.

—No es mi problema.

—Eso no quiere decir que no sepa aceptar que te necesitamos para abrirnos camino hacia lo que queremos alcanzar. —me miró de reojo y se empezó a dirigir a la salida— No confundas el profesionalismo con lo personal.

Y se fue. Dejándome con una sensación de inconformidad y me fui a mi habitación para terminar de arreglarme.

Sólo cepillé mi cabello para desenredarlo y sacudí mi cabeza para darle la forma que tanto me encantaba.

Salí y me fui al comedor en dónde una pelinaranja estaba a mitad de su desayuno. Estaba acompañada de Astra.

—Por fin, terminaste. —habló con una sonrisa— Ella es Skye, normalmente somos las que nunca están aquí por misiones de reconocimiento.

—Ya veo. —levanto la mano saludando a Skye— ¿Y hoy hay algo que hacer?

Las dos se miran respondiendo mi pregunta. Era obvio.

—Tú tendrás que quedarte hasta poder estar capacitada. Sabemos bien tus habilidades —hice una mueca de incomodidad— y Brimstone quiere hacerte unas pruebas primero.

—Y si saben que hago bien mi trabajo... ¿Qué les impide llevarme?

—Como verás... Nunca has tenido experiencia con las armas, ¿Me equivoco?

Lies [Chamber]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora