1. ¿𝐁𝐥𝐚𝐧𝐜𝐚𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞𝐬?

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Jacaerys Velaryon tenía unos siete años cuando viajó con su familia a Winterfell por primera vez. El ambiente frío que había en ese lugar le hacía justicia a su nombre. Rickon Stark era un hombre realmente admirable, aunque ya estaba viejo y enfermo, y según lo que le había dicho su madre, ya estaba preparando a su hijo para ser el siguiente Lord de Winterfell, quien tenía casi los trece años.

Esa noche fue bastante agradable, le gustaba la nieve. Muy diferente de Luke, su hermano pequeño, que prefería un ambiente cálido como al que estaban acostumbrados en Rocadragón.

A pesar de que a Jace le agradaba el frío y la nieve, su sangre Targaryen le exigía un poco de calor, cómo Vermax. Había querido llevar a su pequeño dragón a ese viaje, pero Vermax al parecer no estaba tan feliz, ya que miraba todo con disconformidad, y soltaba rugidos por el frío. Le pidió disculpas por su egoísmo, ahí supo que Vermax no le gustaba tanto el frío, pero que era capaz de soportarlo.

Jace no era un niño que le diera dolores de cabeza a su madre, él no era como su tío Aegon. Pero aquella noche, su curiosidad le ganó al querer entrar a ese bosque, un bosque cerca del castillo, y sabía que había sido muy irresponsable, sabiendo que en el norte reinaban los lobos. Después de todo, ese era el logo de la Casa Stark.

Aún con miedo de que su carne terminara en los colmillos de algún lobo suelto en el bosque, entró. Había algo que lo estaba llamando.

Caminando entre los árboles, la nieve no dejaba de caer. Sus pisadas eran borradas por esta, y el frío estaba escalando lo suficiente como para hacerlo temblar hasta los huesos.

Se estaba arrepintiendo, a sus ojos, todo el bosque era igual. Se sentía perdido.

Se había asustado tanto de perderse, que tropezó con una rama, cayó al suelo de golpe. La nieve manchó su rostro y ropa, sintió sus lágrimas caer, se preguntó cómo era que no se habían congelado por el frío, había sido muy mala idea salir sin el permiso de su madre y entrar a un bosque solo y en la noche.

Se levantó y limpió su ropa y cara, al alzar la mirada hacia arriba. Casi se le escapa un grito la ver a una persona en la rama de un árbol.

Era una niña, parecía mayor que él. Sus cabellos eran negros y su piel era tan blanca como la nieve que caía, parecía bastante tranquila, incluso si estaba en la rama de un árbol duro.

¿Estaba muerta...?

Al verla bien, recordó ese cuento que su madre Rhaenyra le había relatado una vez.

Se trataba de una chica que era la más hermosa de todas, que su piel era blanca como la nieve, de labios rojos cuál manzana y de cabellos negros. La gente la llamaban Blancanieves, que había una reina malvada que envidiaba su belleza, y que tenía un espejo mágico al cual le preguntaba ¿Cuál era la más hermosa de todas? La reina esperaba que el espejo le dijera que era ella, pues ciertamente la reina era hermosa, pero podrida por dentro.

El espejo le dijo que la más hermosa era Blancanieves. Ya que no sólo era hermosa por fuera, sino que tenía el corazón más noble y cálido de todos.

La reina, furiosa por su respuesta, mandó a un cazador a matar a Blancanieves, y que como prueba de su delito, le ordenó que trajera su corazón ante ella.

Por un momento el pequeño Jace se preguntó, con la inocencia de un niño, si esa chica era Blancanieves, si el cazador había cumplido su orden y la había dejado en ese árbol.

Volvió a recordar la historia.

El cazador, se acercó a Blancanieves con la intención de matarla, pero al igual que todos a su alrededor. Terminó enamorado de su belleza y bondad, preso de la agonía y la desesperación, asustó a Blancanieves y le gritó que se marchara lo más lejos posible de ese lugar, y ella, confundida y asustada, corrió por todo el bosque. Desesperada.

CALL OF SILENCE 『𝐉𝐀𝐂𝐀𝐄𝐑𝐘𝐒 𝐕𝐄𝐋𝐀𝐑𝐘𝐎𝐍』(EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora