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Le incomodaba las cintas en la mandíbula, las vendas en el pecho y la peluca en su cabeza. A pesar de haber estado entrenando con todo eso el día anterior, sería difícil acostumbrarse. La peor parte fue el modulador de voz, un pequeño aparato en su garganta el cual estaba sujeto a un diente simulando unas coronillas, sentía que se iba a ahogar en cualquier momento, sin embargo, Becerra le aseguró que estaba diseñado para movimientos bruscos.

No entendía bien como logró parecerse mucho a un chico, pero gran parte del mérito se lo llevaba una especie de adhesivos asiáticos los cuales formaban una mandíbula más pronunciada, además de aquellos cabellos ondulados artificiales los cuales le sentaron muy bien. Lo demás fue fácil, ya que el entrenamiento desde una edad temprana fortaleció sus piernas haciéndolas más tonificadas.

Debía admitir que estaba nerviosa, mucho en realidad. Temía que algo se fuera a salir de su lugar y arruinar todo, más aún en el primer día.

-Eres una chingona ___- dijo viéndose al espejo una última vez para recoger su mochila y la credencial con su nueva identidad- y espero que tú también lo seas, Miguel.

Salió del apartamento con pánico mezclado de emoción, era la primera vez que entrenaría en un equipo importante, con gente importante y un lugar inigualable. Tomó rápidamente el taxi directo a Coapa, el lugar donde estaba ubicado el club.

- ¿Es su primera vez entrenando joven? ¿o ya lleva más tiempo? – preguntó el taxista.

La pelinegra tardó en contestar ya que la desorientó un poco el término "joven"- ah... no, es mi primer día.

-Pues le deseo suerte, la carrera de futbolista es más difícil de lo que parece-___ solo sonrió ante el comentario, pues vaya que tenía razón.

el viaje terminó y finalmente llegó a su destino, con una frase de <<suerte campeón>> el taxi se fue dejando a la azabache frente a la puerta de su nuevo equipo: El club América.

-Ojalá no la cague- se dijo para sí misma

Se adentró en las instalaciones buscando el lugar donde entrenaba el equipo. Unas horas antes, Jaime y Becerra habían llegado a hablar con los directivos acerca de su fichaje, posteriormente tomaron un vuelo de regreso, aunque prometieron visitarla constantemente para ver el avance.

Con la ayuda de los recepcionistas, fue guiada a través de varias canchas y áreas del club. Las paredes estaban llenas de amarillo crema y azul, el escudo del américa resaltaba en cada cosa que veía, y por supuesto, las fotografías de futbolistas famosos del equipo se hacían notar.

- ¡Señor Herrera! - exclamó la recepcionista cuando llegaron a una cancha más grande que las demás- ¡Venga! Acaba de llegar el nuevo jugador.

Un hombre de complexión gruesa y estatura baja se dio la vuelta, mostrando una sonrisa de oreja a oreja cuando se dio cuenta quien había llegado- ¡Ah pero si es el tocayo del que me hablaron! ¡ven acá mijo, déjame conocerte!

___ se quedó petrificada al ver al hombre que le sonreía, pues era nada más y nada menos que su DT favorito de niña: El piojo herrera.

Caminó hacia el con entusiasmo, siendo recibida con un cálido abrazo- caray, pero si estás bien morro ¿cuántos años tienes? - preguntó el.

-Tengo dieciocho señor- contestó ella

-Pues si estás muy joven, creo que serás el más pequeño del equipo, pero eso está bien, queremos gente prometedora y me han dicho que eres muy bueno. ¡Vente chamaco, te voy a presentar!

El nerviosismo de la pelinegra aumentaba cada segundo, no había nadie más que el piojo y algunos baloneros en la cancha, se preguntaba dónde estaba el resto del equipo.

𝗔𝘇𝘂𝗹𝗰𝗿𝗲𝗺𝗮 (Diego Laínez ft. Guillermo Ochoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora