Me desperté muy desubicada.
En cuanto me senté en aquel sofá me encontré con que alguien me había arropado con una manta gruesa que me hizo sudar todo el rato. ¿Qué hora era? Por la ventana entraba el Sol.
Vi mi teléfono cargando en la mesa plana y alargada del televisor, con el cuerpo entumecido me acerqué. Me entristeció que sólo tuviera llamadas perdidas de Laura y algún mensaje preocupado de Alba, pero de mi madre no habían señales.
Claramente le importaba una mierda si estaba bien o no.
El reloj marcaba las dos y media de la tarde, decidí dejarle un mensaje a ambas informándoles de que estaba bien y a salvo, que pronto les explicaría y que no se preocuparan por mí.
Entonces recordé que pasé toda la madrugada despierta, que hui de un hombre que quería hacerme daño, que terminé en la cafetería de Jenna y volví a meterla en mis problemas. Sí, recordé su nombre. Ella me dijo que sabía quién era yo y también sabía mi nombre.
¿Ha estado ocultando conocerme durante las dos semanas que he estado en su cafetería tantas horas seguidas? ¿Y de qué me conoce? Pronto lo descubriría.
La cuestión es que la chica se estaba portando muy bien conmigo a pesar de molestarla cada vez que aparezco. Me había ofrecido un sitio donde dormir y comer sin conocerme de nada directamente.
Decidí darme una ducha para quitarme el sudor y me vestí con algo de ropa limpia de mi bolsa. Con el pelo húmedo aún, me senté en el sofá decidida a llamar a Laura para que dejara de enviarme tantos mensajes, pero me interrumpió el sonido de unas llaves en la puerta.
—Hasta que por fin despiertas. —dijo tras entrar y cerrar la puerta.
—Hola. —sonreí nerviosa.
Me daba tanta vergüenza esta situación que sólo me faltó temblar para que se me notara.
—¿Has comido algo? —preguntó jugueteando con las llaves en sus manos.
—No, me he despertado hace un rato.
—Ya ha acabado mi turno, justo ahora iba a comer. —dijo. —Mi padre ha preparado algo.
Tardé en darme cuenta de que eso era una invitación hasta que me levanté y caminé hacia ella, que abrió la puerta y bajamos las escaleras. Aparecimos de nuevo en la sala de los refrigeradores y yo la seguí hasta que me condujo a la cafetería, justamente nos sentamos en la mesa donde yo solía escribir..
Al rato su padre salió de la cocina con dos ensaladas de frutos secos con muy buena pinta.
—Gracias. —le sonreí.
El hombre me sonrió de vuelta.
—Si Jenna no me llega a decir que eres Jacqueline, no te habría reconocido. —dijo. —Qué mayor estás.
Me descolocó pero intenté sonreír mientras buscaba la ayuda de Jenna con los ojos.
—Muy buena pinta la ensalada, gracias papá. —dijo.
Cuando el hombre se retiró de vuelta a la cocina la de ojos negros comenzó a comerse la ensalada como si estuviera hambrienta. No sabía cómo preguntarle que de qué me conocían, así que lo único que me salió fue mirarla fijamente con expresión de no entender nada.
—Me sorprende que no te acuerdes. —dijo con la boca llena.
—¿Que no me acuerde del qué?
—Fuiste mi primera amiga aquí. —contestó. —Hace diez años.
Parpadeé varias veces.
—¿Nos conocimos en primaria? —pregunté.
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If not for you
Ficção AdolescenteEl caos es incontrolable, y cuando existe en tu cabeza es indomable.