Me desperté borracha y eso que había dormido casi cinco horas y eran las ocho de la tarde. Laura no se dio cuenta de mi mareo porque estaba demasiado entretenida revolviendo ropa en mi armario.
—Iremos a conjunto. —dijo. —Ten, ponte esto.
Con una sonrisa pegada en mis labios observé el pantalón negro y roto junto al top blanco.
—Con esta chaqueta, yo tengo una igual. —añadió.
Le arrebaté la chaqueta negra de las manos y agarré la ropa sobre la cama.
—En media hora estoy lista. —dije saliendo por la puerta. —¡Me voy a la ducha!
La tristeza y la depresión que tenía esta mañana pasó a un segundo plano. Estaba borracha, y eso me ponía de buen humor. Lo que más me gustaba era salir de fiesta, bailar y beber, besarme con alguna chica a la que no conozco y volver a casa para dormir tres días seguidos.
¡Y Laura iba a venir conmigo esta vez! ¡Iba a salir de su jaula! Eso no se ve todos los días.
—¿Qué tal? —le pregunté a Laura entrando a su habitación.
—Perfecta. —me dijo.
—Somos gemelas. —sonreí.
Vestidas de una manera muy similar, agarramos nuestras cosas y bajamos al salón. Leonardo estaba viendo la televisión desde el sofá y mi madre bebía vino en la mesa mientras miraba vídeos en TikTok.
—Nos vamos al cumpleaños de Tate. —informó mi prima.
Los dos se giraron para mirarnos.
—Estás borracha. —me dijo mi madre.
—Y tú también.
Nos desafiamos unos segundos con la mirada hasta que Laura dio una palmada.
—Bien, pues nos vamos. —dijo.
Caminamos hacia la puerta y Laura cogió las llaves de su coche.
—Sí mamá, volveremos pronto y no beberemos demasiado. —dije en voz alta abriendo la puerta. —Oh, no, no te preocupes, te llamaremos si pasa algo.
Mi prima me agarró del brazo y tiró de mí hacia la calle para evitar una discusión.
—Tampoco te pases. —dijo una vez en el coche.
Yo me reí.
—Es que me da mucha gracia su despreocupación. —contesté. —Ni siquiera ha abierto la boca para decirnos nada.
—Cuando lo hacía tú le decías que te agobiaba. —me dijo y yo la miré cabreada.
—Cállate y arranca.
***
La fiesta era en un local muy bien ubicado. A Tate siempre le han gustado las cosas extravagantes, y la decoración de la sala se adaptaba perfectamente a su personalidad. El DJ con la música bien alta, globos dorados y plateados, mesas con comida, barra libre si pagabas al entrar y muchos adolescentes hormonados bailando en la pista.
—¡No me lo puedo creer!
Tate dejó de hablar con el grupo de cinco personas que la alababa y se acercó a nosotras. O más bien a Laura.
—¡Has venido! —le dijo.
—Feliz cumpleaños. —Laura abrazó a mi antigua amiga. —Esto está muy bien.
Los ojos castaños de Tate me miraron. Me regaló una pequeña sonrisa y yo la saludé levantando la copa de champán que me habían ofrecido en la entrada.
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If not for you
Genç KurguEl caos es incontrolable, y cuando existe en tu cabeza es indomable.