Prologo (el alzar del xi-hou)

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Una noche sombría y helada azotaba el oeste de la cordillera de los Himalaya, el frio se sentía en todo el borde del cielo, la escarcha relucía por el cielo vertiginoso e infinito del sitio. sin embargo, el frio reflejaba muchas cosas.

Entre esas cosas, la sombra de un dragón que se movía entre la inmensidad de las montañas a alta velocidad, saliendo ágilmente del borde del cielo sin ser detectado, llevaba algo consigo entre las patas, un saco de cuero con algo dentro.

Llego volando hasta unas montañas alejadas del santuario, en una planicie hecha de roca solida con pilares de lo que parecía ser un viejo templo tibetano, derruido y completamente dejado a su suerte, dentro de ese templo lo esperaban seis dragones, que esperaban con ansias lo que traía en el saco, todos se miraban entre sí, dudando si el dragón remitente cumpliría su promesa.

El dragón rojo de aspecto intimidante desciende a la roca firme de la planicie mirando a sus compañeros con seriedad, sangre goteaba de su ser, pero no era de él, sino de su víctima más reciente.

"Esas son todas?" preguntó uno de los dragones de color oscuro.

"En efecto" dijo el dragón rojo fuego para luego vaciar el saco de cuero que traía entre las patas, revelando el interior de su contenido, varias gemas de diferentes colores cubiertas en sangre seca de color carmesí, a excepción de una que todavía tenía sangre fresca. "Absórbanlas lo antes posible, ¡hoy será el día en el cual nos proclamaremos amos del borde, el día en que seremos respetados por fin!!" espeto el dragón.

"A raíz de eso, ¿cuál es el plan mi señor?" pregunto uno de sus secuaces.

"Atacaremos cuando asomen las estrellas y sean lo más relucientes posibles, cuando todos estén con la guardia baja y sumergidos en lo más profundo de sus sueños" respondió

"Ahora...ya que la luna esta tapada entre las nubes, iniciemos el juramento" agrego el líder antes de tomar una posición de firme mirando las gemas

Todos los secuaces asintieron de forma afirmativa, cada uno agarró una gema y como si se tratara de un ritual, hicieron un juramento ante el cielo resplandeciente en su inmensa oscuridad, los siete dragones armaron un heptágono y juntaron sus alas para comenzar, entonces el más joven de todo el grupo (un dragón de fuego) empezó diciendo:

"Que el rojo que tiñe nuestras garras"

"Las lágrimas que recorren por sus rostros" dijo Bemoth, un dragón de elemento tierra.

"Los gritos que saturan nuestros oídos" vocifero Ninjen, un dragón del agua.

"La furia que los hace hervir" continuo Ziz, la dragona del viento.

"Sus alientos que nos harán arder" esbozo Ygdrra, un dragón multicolor que dominaba las plantas y la naturaleza.

"Sus últimos suspiros que tomaremos" dijo Necrom, dragón de la oscuridad.

"La luz que se desvanece de sus ojos y sus almas que se dispersan de sus cuerpos" finalizo Schrade, su líder, un dragón que presuntamente dominaría todos los elementos.

Todos respiraron profundo para entonar en sincronía la última frase del juramento.

"Sin sufrimiento, haremos que duerman plácidamente en el descanso eterno"

La Leyenda De Sorrel: pródromos Vengativos (Dragon Rider AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora