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—¿Por qué no entiendes? ¡Te he dicho que no me gusta colgar! 

—A mí menos. Cuelga tú, no seas malito —respondió Donghyuck. Hizo un puchero y vio la radiante sonrisa de Jeno en su pantalla.

—No quiero. Hazlo tú —insistió su novio.

Siguieron discutiendo mientras el moreno avanzaba por la acera, agotado por la universidad pero de buen humor porque era el último día antes de las vacaciones. Aunque hablar sobre quién cuelga la videollamada no era de su total agrado, ese día le pareció gracioso. 

Quería llegar pronto a su casa para poner música y cantar a todo pulmón. Esa era su forma favorita de desahogarse, de sacarse de encima toda la presión que la universidad y el trabajo le causaban. 

—¡Está bien! Yo colgaré —concluyó Donghyuck al ver que estaba cerca de su pequeña casa. Jeno asintió—. Pero solo porque ya voy llegando.

Estaba a punto de cortar la videollamada cuando oyó de fondo una voz conocida y su dedo se detuvo a milímetros de la pantalla.

—¿Estás con Taeil?

Su novio se giró unos segundos y luego volvió a centrarse en la llamada. El moreno notó que su mirada se estaba tornando inquieta, sin embargo, no le dio importancia.

—Sí. Vino para jugar en la Play.

Esta vez fue Donghyuck quien asintió. Su mirada se alejó de la pantalla de su celular para ver por escasos segundos las casas a su alrededor, también la acera por la que caminaba, y luego volvió a fijarse en Jeno.

—Voy a colgar. Diviértanse. —Agitó su mano a modo de despedida, con una leve sonrisa en sus labios.

—Bueno. Hablamos luego —dijo Jeno, mandó un beso ruidoso y el de cabello más claro se lo devolvió un segundo antes de colgar.

Donghyuck guardó el teléfono en su bolsillo. Un suspiro escapó de su boca mientras recorría la extensión del frontis de su casa. Al entrar, lo primero que hizo fue lanzar su bolso al suelo y a él mismo al sofá, boca abajo y con un brazo colgando. Decidió quedarse en aquella posición, recargando energías con el silencio y tranquilidad de su solitaria y pequeña vivienda, donde al fin podría preocuparse solo de él mismo y no de estudiar horas y horas, bebiendo una cantidad insana de café para mantenerse despierto.

Por fin comenzarían al día siguiente sus ansiadas vacaciones.

Algunos minutos transcurrieron hasta que sintió que era el momento de levantarse y dirigirse a su gran parlante para encenderlo. Conectó el celular a este mismo mediante Bluetooth y debatió en su mente cuál sería la primera canción.

Entró a Spotify y fue directo a una de sus playlists que más frecuentaba: pa sacar a mi señora interior.

—Mm, ¿cuál será la primera afortunada? —susurró. 

Deslizó su dedo por la pantalla durante apenas diez segundos hasta que encontró la indicada, la presionó y los violines comenzaron a sonar de inmediato.

Ven aquí. Quiero decirte algo.

Cerró los ojos y puso una mano en su pecho para sentir más aquella hermosa canción de señora dolida. Los segundos pasaban mientras él se dejaba llevar por el ritmo, danzando de un lado a otro.

A esa vete y dile tú…

La voz de la mujer se metió en sus oídos y quiso acompañarla con la suya propia. 

—¡Que venga! —cantó fuerte, dándole una mirada dramática a un punto aleatorio de la pared que tenía frente a él.

¿Para qué?

—¡Yo le doy mi lugar! 

Le dio más volumen y comenzó a girar por todo el espacio, sintiéndose en un musical donde él era protagonista. 

—¡Que recoja tu mesa, que lave tu ropa y todas tus miserias! 

¿Qué quieres demostrar?

Siguió cantando como si se identificara con cada palabra de la canción. Gozaba la hermosa manera en que retumbaban todas las paredes gracias al exagerado volumen, sin tener consideración alguna por sus vecinos.

Mientras Donghyuck gritaba la última parte de A Esa, el chico que vivía justo al lado iba llegando a su casa, agotado, con sueño y de mal humor. Este presionaba sus labios con fuerza, sus párpados apenas se mantenían abiertos por sí solos, y por si fuera poco, sus pobres e inocentes oídos eran horrorizados por la estruendosa música que estaba condenado a oír en contra de su voluntad. 

Llevaba solo unos días en aquel lugar, sin embargo, ya notaba lo frecuente que era aquella situación, y sospechaba que muy pronto iba a hartarse de todo. 

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hasta que subo mi primer markhyuck wuuuu.

espero les guste y muchas gracias por leer <3

¡bájale! ─ markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora