El retumbar

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—Hola, Seth.

—Nunca había asistido a una fiesta tan grande —respondió él

—Todo lo que organice Alice es en grande, a pesar de los años no me termino de acostumbrar a ello, soy más de la tranquilidad

—Creo que lo entiendo

—¿Por qué estás conmigo en vez de tus amigos disfrutando de la fiesta? —le pregunté

—Tú eres mi amiga, no me gusta verte sola, ¿por qué no vienes con nosotros?

—¿Y que me miren como si hubiera matado a su mascota? No, gracias. Estoy bien, Seth, solo tengo que hacerme a la idea de que mi hermano se ha casado y que oficialmente soy la solterona de la familia —le sonreí.

—¿Es eso lo que te tiene triste? —preguntó —. Ya encontrarás a tu pareja o como sea que le llamen ustedes.

—No sé si lo que siento es tristeza, quizás solo deseo que alguien me quiera, deseo tener algo que tienen todos ellos, pero tienes razón, ya llegará esa persona, tengo toda la eternidad por delante.

Solo era cuestión de tiempo para que las desgracias vinieran y como dicen por ahí, las desgracias nunca vienen solas.

Luego de la luna de miel supimos que Bella estaba embarazada, aquel feto la estaba dañando y por si fuera poco, teníamos a los lobos en nuestra contra, no voy a mentir, era un ambiente tan negativo que hacía que me pusiera de mal humor, a un nivel que ni Jasper podía calmar.

Cuando la criatura nació, esta logró salvarse de las garras de los lobos gracias a Jacob, un lobo que había imprimado en ella. No era algo que les agradase a todos, pero sí gracias a ello la niña podía vivir, perfecto.

Parecía que toda amenaza había acabado, pero estábamos muy equivocados, Irina, una chica del clan Denali, vio a Renesmee y pensó que era una niña inmortal, ahora teníamos a los Vulturi queriendo nuestra muerte y a todos nosotros buscando testigos para poder salvarnos.

Acababa de volver de haber ido a buscar unos testigos en Rusia, veo en el jardín a todos reunidos, entre ellos había un chico de ojos rojos, su cabello era castaño y desordenado.

—Buenos días, señorita —me saluda, yo sonreí y le di la mano

—Buenos días, soy Elizabeth Cullen, pero puedes decirme Lizzie —me presenté

—Un gusto, soy Garrett, estuve junto a Carlisle en la guerra

—Así que eres un chico que pelea, deberías enseñarme, soy nula en combate —el intento de coqueteo que estaba haciendo era muy obvio.

—Cuando guste, señorita.

Había algo en Garret que me atraía, me embobaba cada vez que él contaba sus historias. Por algún motivo él me gustaba, no podía quitar la mirada de él, tampoco podía salir de mis pensamientos, de seguro, si fuera humana me sonrojaría cada vez que hablase con él.

Era todo tan extraño, nunca me había sentido así, pero no quería hacerme ilusiones.

Cuando llegaron los Denali, Garrett y Kate se miraban constantemente y se coqueteaban, ahí noté lo que había entre ellos, eran compañeros y me sentí culpable, porque en verdad me gustaba él.

Edward y yo salimos a ver unos asuntos en Seattle, no entendía por qué íbamos solo los dos, pero no le tomé importancia, era un buen momento de mellizos y sé que está mal decir que disfruto este momento a solas y de paz cuando una guerra está a la vuelta de la esquina.

—No te martirices, Lizzie, no está mal disfrutar los pequeños momentos de felicidad que hay —sonreí y asentí con sus palabras —. Te dije de venir porque tengo unas dudas.

The Rumbling [Caius Fanfic] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora