𝙾𝚗𝚎-𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜 || 𝑾𝒆𝒏𝒄𝒍𝒂𝒊𝒓

𝑻𝒖, 𝒀𝒐 𝒚 𝑬𝒍𝒍𝒂𝒔

Estaba realmente confundida.

La gótica no sabía si se había vuelto loca o si estaba enferma. Sin embargo si sabía que no era para nada normal ver a su versión de niña mirándola con ojos malignos. Sí, la versión pequeña de Merlina era peor que la de ahora.

No solo ella estaba confundida, Enid que estaba a su lado también estaba sorprendida por lo que veía. La cosa se puso peor cuando una pequeña niña rubia apareció de la nada.

¿ Qué demonios pasaba aquí ?

Estaban explorando una cueva que Merlina había encontrado en los libros de historia. El problema estaba en que la pelinegra no leyó totalmente aquel libro de mil páginas, ni sus advertencias finales.Nada de eso pasaría si se hubiera tomado el tiempo de investigar mejor. Así que lo mejor que pudo hacer fue recordar lo poco que leyó.

Se acordó de que la cueva era mágica, tenía el poder de la ilusión sobre un tiempo determinado. Fue muy estúpido de su parte olvidarse de esa importante información.

Intentó tocar a su yo pequeña, y como suponía, la niña le dio un golpe a su mano. La ilusión era muy buena, tenía las mismas cualidades que ella y la misma vestimenta que usaba a esa edad.

—Oye, Mer ¿Qué está pasando?

— Es una cueva de ilusión, ella crea lo que deseas

— Oh, creo que debería de cuidar más lo que digo

○○○

Minutos atrás

La licántropo estaba un poco asustada, nunca le gustaron las cuevas. Solo estaba ahí por que su novia le había pedido que la acompañara.

Si no fuera tan miedosa diría que la cueva no era fea. La cueva tenía una muy buena iluminación, habían diversas estatuas medianas y las paredes tenían un brillo bastante singular.

Su novia estaba revisando el lugar como si nada. Eso la ponía de malhumor, el hecho de que no estuviera junto a ella la ponía así. Obviamente no se iba a quedar quieta e iba a molestar a la pelinegra hasta que esta le pusiera atención.

Ni sus saltos, ni sus chillidos, ni siquiera los besos habían funcionado para cumplir su misión.

— ¿Nada te puede distraer, mon amour?

— Soy una persona bastante persistente - Decía mientras recolectaba varias piedras extrañas del suelo - Si supieras como era de pequeña. Con solo decir que una vez mi padre tuvo que sacarme de la estación policial

— Me encantaría poder ver tu versión pequeña para ver como eras

— No te agradaría

○○○
Presente

La próxima vez iba a investigar más si quería ir algún lugar. Ahora estaba metida en un lío muy raro.

— Tampoco es tan malo

— ¿Eso crees? Tenemos 2 niñas peores que nosotra actualmente — Buscó en su bolso aquel libro, ya se imaginaba que lo iba a necesitar — Y según esto, no saldremos hasta que se esté satisfecho con lo deseado

—¿También querías verme de niña? Porque también está ella — Señaló a su yo pequeña. La gótica se empezó a sonrojar por haber sido descubierta.

— Eso no importa — Decía con una actitud desinteresada — Lo importante es deshacernos de ellas

Solo tenían que conocer más a las niñas, hablar con ellas. Después de todo, eso era lo que habían deseado.

Como era de esperarse no era nada fácil. Por un lado la pelinegra mayor intentaba hablar con la mini Enid, sin embargo aquella lobita era caprichosa, distraída y tonta. Por otro lado estaba la licántropo por lo menos intentando que la mini Merlina no le diera un par de golpes cada vez que le hablaba

— Tiene un cuchillo, ayúdame Mer — Decía desesperada la loba mientras corría donde estaba su novia

Las dos rubias se escondieron asustadas detrás de ella. Se olvidó que su versión pequeña era mucho más violenta de lo que ella es ahora.

— Deja eso ahora — Le dijo la pelinegra a su versión mini que no estaba muy contenta — Ahora vamos a hablar como personas civilizadas.

Al principio costó demasiado poder tener una conversación sin golpes o discusiones, después pudieron entrar en confianza con la niñas y eso mejoró todo.

Estuvieron un par de horas hablando. La mini Merlina se encargaba de burlarse y asustar con amenazas a las dos rubias, mientras que la versión adolescente la apoyaba. La dos versiones de Enid hacían un montón de preguntas y hablaban de más, irritando al otro par.

Las dos niñas empezaron a bostezar y cerrar sus ojos lentamente. Cada una apoyó su cabeza en el regazo de su versión. Las jóvenes vieron como la niñas se desvanecía lentamente y sintieron un ardor en el pecho.

Salieron de la cueva sin decir nada, era mejor hacerlo antes de que hubiera otro accidente. Una vez afuera Enid mencionó algo que dejó pensando a la pelinegra.

— Me gustaría que nuestros futuros cachorros fueran así