𝑪𝒂𝒓𝒂 𝒎𝒊𝒂

3.1K 169 3
                                    

No entendía porqué se sentía así. Esas palomillas no dejaban de estar en su estómago. ¿ Estaba enferma ? Definitivamente sí, y con la peor enfermedad para ella. El amor.

¿ Cuándo se enfermó ? Talvez cuando vio a esa rubia preocupada por ella. O talvez cuando se abrazaron por primera vez. Puede ser que también cuando dejó de parecer le irritante su risa.

¿ Así se sentía enamorarse ? Era algo realmente enfermizo. No dejaba de pensar en el porque a ella. No podía parar de sentirse así. Eran sentimientos en demasía para su poco experto corazón.

Sentía que moría lentamente. Quería enterrar un cuchillo en su corazón porque ya no soportaba que este ardiera y latiera cada vez que la veía. Quería tomar algún ácido para que murieran las palomillas en su estómago. Quería dejar de sentir tanto.

¿Cómo se enamoró de ella? No tenía idea. Le parecía absurda la idea de que le gustase la licántropo. Alguien como la rubia era repugnante para Merlina, era alguien con quien no estar. Pero ahora no sabe como las cosas que hacía la otra ya no le fastidiaban.

Le daba miedo que le gustara alguien tan opuesto a ella. Bien se dice que los polos opuestos se atraen, pero tenía miedo de que tanta atracción sea capaz de quebrantar la amistad que tenían.

El amor siempre le pareció un motivo de distracción. Algo que te distraía y te alejaba de lo que se hace con normalidad. Era raro para ella que ahora su momento de poder escribir su novela pasó a ser su momento de pensar y escribir sobre Sinclair. Seguramente se mataría si la chica se se dan cuenta de las miles de cartas que a hecho exclusivamente para ella, demostrando libremente su sentimientos.

Para ella la vida era una monotonía, una misma rutina de día a día sin sentido. Ella hacía todo igual, no tenía ganas de cambiar nada. Estaba cómoda con lo que hacía y por como hacía las cosas.

Todo era lo mismo hasta que llegó Enid a su vida. La rubia le cambió la vida y su forma de ver todo lo demás. Ahora no sentía ese bucle de como vivir. Ya no pensaba igual. Los colores ya no eran tan malos, no solo las tonalidades grises le parecían algo bueno. Cada vez que escuchaba en algún sitio la música pop se ponía a pensar en cuanto le gustaría esa canción a la rubia.

De verdad que quería que su cerebro tomara nuevamente el control de sus sentimientos, de sus acciones y pensamientos. No quería que su corazón se hiciera cargo, porque la estaba haciendo un total caos con todo lo relacionado a la licántropo.

Si le hubieran dicho que se iba a enamorar de alguien así se mataría antes de todo. Nunca creyó que se iba a volver algo real el hecho de querer a alguien como a ella.

Cada día era peor que el anterior. Cada vez ese sentimiento crecía y eso la estaba matando lentamente. Intentó desaparecer esos sentimientos miles de veces, pero la rubia no le ayudaba.

Su atracción hacia la chica la estaba volviendo loca. Ni siquiera las miles de cartas que le ha hecho en secreto la han ayudado a calmar esa sensación en su pecho.

Las cartas al principio ayudaban, pero ya no era lo mismo. El sentimiento crecía y junto a él las cartas. Eran tantas que ya su baúl estaba lleno de ellas. Y tal vez por su distracción (Enid) una que otra carta, sin ella saber, estaba tirada por algun lugar de la habitación.

Así mismo, una carta llegó sin querer al lado de la loba. Ella la leyó, y no la culpen por ser muy curiosa, siempre ha sido asi y no iba a dejar una carta sospecha sin leer.

Merlina estaba haciendo sus cosas en algún lugar, mientras Enid estaba leyendo una de sus tantas cartas en la habitación. Si se enteraba de lo pasaba en esa habitación, la pelinegra iba a cometer algún delito.

Por su parte, la rubia estaba en una burbuja de expectativa ante lo que leía. Era fascinante todas aquellas palabras escritas con esa mecanografía, que sólo una persona tenía. Estaba impresionada por todo lo que se expresaba en esa carta, porque era demasiado los sentimientos que tenía.

Jamás, ni en sus más locos sueños pensó que Merlina Addams la fuera a querer de esa manera. Sería un chiste decir que no estaba loca por esa pelinegra. Se sentía idemficada con esa carta, porque ella también quería de sobremanera a la otra chica.

Creía que estaba soñando. Nunca pensó en que su amor imposible no fuese tan imposible.

Su corazón latía con mucha fuerza, tan rápido que casi se le salía. Aunque su corazón dejó de latir un segundo cuando escuchó la puerta abrirse.

La gótica la veía desde el umbral de la puerta. Ella tenía la evidencia en la mano y no iba a ser fácil escapar de la situación que se venía.

Aunque la tensión era evidente, la pelinegra pasó de largo. Claramente estaba evitando el tema por venir, haciendose la desentendida y sin siquiera volver en dirección a su compañera.

La licántropa aún tenía un corto circuito en su mente. No fue que reaccionó hasta que la de trenzas le habló.

— Encontraste una de mis cartas — Dijo mientras se volteaba a verla a los ojos —. Es algo como mala suerte para mí

La rubia le miró confundida porque no sabía bien a lo que se refería. Merlina entendió esa mirada, así que quizo especificar bien de lo que hablaba.

— Lo que digo es que todo lo que hay ahí es cierto

— ¿Es una broma? — Le preguntó sorprendida, aun no creía lo que estaba pasando

— Yo nunca bromeo, Sinclair

La rubia se levantó y caminó hacia la otra. Para su suerte, cuando le tomó la mano no se la quitó. Ese gesto la hizo feliz.

— Merlina, tú me gustas mucho

Al escuchar eso, la gótica sintió algo que nunca había experimentado con nadie. Ella sintió felicidad pura, no cómo cuando torturaba a su hermano o cuando veía sangre, sino algo que la hacía sentir mucho mejor. Y sabía que eso sólo lo iba a sentir si la rubia estaba cerca.

— Yo no sé amar. Nunca lo he sabido — La de trenzas hizo una pequeña pausa para poder colocar su mano cerca de los labios de la otra —. Me gustaría poder darte lo que te mereces, pero yo no sé cómo amarte bien

— No importa, porque juntas aprenderemos del amor.

Ese gesto por parte de la rubia fue lo único que faltaba para derribar totalmente el muro frío que protegía el corazón de la pelinegra.

— Oh, cara mia

La gótica iba a seguir hablando si no fuera por el hecho de que Enid se acercó más a ella hasta el punto de que sus labios se tocaron y así iniciando un beso.

Ese beso lo decía todo. Estaban dejando esas inseguridades de lado, dando paso al amor que sentían una por la otra.

Cualquiera que conociera a Merlina Addams jamás pensaría que esta fuera alguien capaz de amar con tanto fervor. Que tan equivocada estuviera esa persona, porque ahora ella si tiene a alguien.

Merlina Addams solamente ama a Enid Sinclair.

𝙾𝚗𝚎-𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜 || 𝑾𝒆𝒏𝒄𝒍𝒂𝒊𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora