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Enid Sinclair nunca se consideró normal, claro, incluso dentro del anormal grupo sobrenatural al que pertenecía. Sabía que tanto normies como los llamados "freaks", no viven en una total armonía, había una interminable guerra fría que se remotaba desde el principio de la historia, dos mundos tan diferentes, pero que compatian una sola cosa en común, algo de lo que ningún ser mortal o inmortal podrían escapar.

El destino tiene para ti a tu alma gemela destinada y es algo de lo que jamás podrás huir.

Según esto, cuando naces, la fecha en la que conocerás a tu persona destinada aparecerá en el  dedo meñique de tu mano derecha. Y una vez que la encuentres, la fecha desaparecerá, para entonces grabarse el nombre de tu alma gemela y a si sabrás que por fin podrán estar juntos.

La familia de Enid o la "manada", como se hacían llamar, habían encontrado su pareja destinada a corta edad, poco después de su primer transformación, todas ellas orgullosamente hombres lobo.

Pero Enid siempre fue la excepción, no sólo por que a sus 17 años no había logrado su transformación a hombrelobo, si no por que el dedo meñique de Enid, siempre estuvo vacío. Ella sabe que fue la decepción de su madre desde el nacimiento, cuando al llegar al mundo el destinó la sentenció a la soledad eterna, en su dedo meñique no había fecha o nombre que le revelará a su alma gemela.

Era gracioso, por que nació en el seno de una manada numerosa, pero ella siempre sería un lobo y un alma solitaria.

Llegó a Nevermore a los 16 años de edad, cuando sus padres decidieron que era el mejor lugar para un cambiante tardío, quizá la dejaron en aquella academia con la esperanza de que su hija pudiera ser un lobo normal finalmente. Pero a casi un año de su estadía, nada había pasado. Más allá de las extensiónes inesperadas de sus coloridas garras, en cada luna llena que pasaba, ella seguía sin poder transformarse.

A decir verdad, a Enid le gustaba Nevermore, la academia de marginados había sido un poco mejor que su hogar y las escuelas comunes por las que había pasado en San Francisco. El trato no era muy diferente, aún seguía siendo rechazada por la manda escolar por su falta de "lobocidad", como ellos decían y otras veces era juzgada por la falta de un alma gemela, sin embargo ella era feliz por que finalmente había conseguido algunos amigos. No era un gran grupo, pero se sentía cómoda con ello.

Yoko fue su primer y a lo que ella considera, su mejor amiga. La vampiro había defendido a Enid de un par de sirenas que la molestaron el primer día, burlándose de cómo no habrá nadie en este mundo que la amara. Yoko siempre la entendió, la mujer vampiro le mostró la fecha en su dedo meñique.

"15/08/2022" - leyó Enid. "¡Yoko, tu alma gemela está a la vuelta de la esquina!.

Yoko solamente pudo reír.

"Nací hace 150 años Enid" - la miró a través de las redondas gafas oscuras - "He vivido todos esos años en rotunda soledad, puede que yo tenga una fecha, pero sé lo que se siente saber que estarás solo por el resto de una vida humana".

Enid se encogió de hombros y suspiró, posó los codos sobre la mesa de concreto del pentágono. "Me rendí hace tiempo" - habló y yoko volvió su mirada a ella con atención - "Creo qué, pensé que debía arrancar esto desde la raíz y aceptarlo lo más pronto posible, así la vida sería un poco menos dolorosa".

"El amor no lo es todo, ¿lo sabes verdad" - Yoko palmeo su hombro. - "Hay un mundo por explorar fuera Enid, gente maravillosa a la cual mantener en tu vida. Y me gustaría ser una de ellas".

El siguiente fue Ajax, el joven gorgona distraído. Enid siempre pensó que los gorgona eran las criaturas más cuidadosas e inteligentes del lugar. Bueno, todo cambió cuando literalmente arrastro la figura petrificada del gorgona hasta la enfermeria. Su encuentro fue inusual, había sido un día lluvioso y uno de los maestros había decidido juntar dos clases para tomar la lección de educación física al estilo militar. Enid se había sentido especialmente enferma esa mañana, su cuerpo y cabeza dolían, mientras una molesta congestión nasal crecía gradualmente. La clase había constado de correr un buen tramo de camino en el bosque, Enid como era de esperarse se quedó atrás del grupo en un vergonzoso y miserable intento de trote, se detuvo cuando escuchó un golpe húmedo a dos metros delante de ella. Se acercó con cautela y vio el cuerpo delgado de un joven con la cara directamente en el barro. Se apresuro a darle la vuelta y dio un par de plmadas en la mejilla del chico hasta que este reaccionó. Llevaba la cara cubierta de barro y al ver el incómodo gorro que se sujetaba a la cabeza del chico con toda la voluntad del mundo, entendió que era un gorgona.

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