Capitulo 3

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Adrien:

-¿A dónde la hubiera debido llevar?-No es como si tuviera la opción de escoger el lugar, de todas maneras.

-¿Sabes a dónde la llevaría yo? Directo a mi cama-Solté un gruñido indignado y aventé la almohada que sostenía mi cabeza directo al rostro de Logan.

-Eres un idiota-Rodé los ojos y me levanté de la su cama de un salto.

-Oh vamos ¿Qué tiene esta chica de especial? ¿Es que ya han cogido y no me lo has dicho?-Levantó ambas manos en rendición.

-¿Es que tengo que acostarme con ella para que sea especial?

-¿Quieres decir que es especial?-Arqueó una ceja Logan-Porque hablé con Christopher ayer y me ha dicho que vio a la ''chica de las piernas largas'' con un marine del ala cuatro, desayunando en la cafetería de la calle tres-Iba camino a la puerta, pero sus palabras me detuvieron. Fruncí el ceño y me di la vuelta, hasta ver que me miraba con seria curiosidad-¿Al menos has investigado si esta chica tiene novio?

-¿Crees que hubiera aceptado si tuviera novio en realidad?-Logan me miró entornando los ojos-¡No la conoces!-Sentí la necesidad de defenderla.

-¡Y tú tampoco, Adrien! No es más la pequeña niña de diez años que recuerdas. Es una mujer. Una mujer a la que no conoces. No realmente-Apreté mi mandíbula y abrí la puerta.

-Tú no la conoces-Salí.

Todo el camino del dormitorio de Logan al mío, repasé en mi cabeza porque no debía decirle nada a Kagami. Me vería como un completo acosador, preguntándole si había salido a desayunar con algún amigo.

Ni siquiera habíamos tenido una primera cita.

En todo caso, no era nadie con el derecho para decirle nada. Aún.

Nuestra cita era mañana, sábado. Toda la semana le había recordado los días que faltaban para la cita, a lo que ella solo rodaba los ojos juguetonamente. La realidad era que no entendía que sucedía conmigo. No entendía que podía hacerla tan significante o especial como para que el hecho de salir con ella a cenar tacos, fuera algo importante.

Porque sin sorprenderme tanto, una de sus exigencias había sido que ella escogería el lugar.

Durante algunos segundos, me preocupo seriamente que escogiera algún lugar excesivamente costoso, para que no quisiera invitarla de nuevo...pero no. Había escogido un lugar barato, cercano y animado. Un restaurante mexicano, nada más.

No quería que yo pagara por su comida, ni quería que le hiciera saber a los meseros que era nuestra primera cita y que estaba emocionado. No le pude prometer la última.

Pasé todo el día en mi habitación, adelantando tarea y deteniéndome de ir a buscar a alguno de los chicos y preguntar sobre Kagami y el marine del ala cuatro, pero me mantuve sereno de alguna manera.

Durante la noche, no hice nada más que contar los minutos que faltaban para la cita ¿Sería un éxito? ¿Sería un fracaso total? Ambas ideas me hacían sentir un tipo de ansiedad que seguramente no era buena para mi salud.

De alguna manera logré dormir un poco, hasta que finalmente desperté.

Ya era sábado.

Tomando en cuenta que la cita no era sino hasta las siete de las noche, me encontré a mi mismo por lo bajo, mientras regresaba a mi dormitorio, después de haber caminado hasta el de Kagami, solo para darme cuenta que tan solo pasaban de las dos de la tarde.

Con cinco horas más, no hice nada más que vigilar el reloj cada cinco minutos, mientras fingía estudiar para unas cuantas materias, de las que tendría examen en un par de semanas. Arreglé un viejo cajón y moví un par de cosas de aquí a allá, hasta que por fin, el reloj marcó 6:45 PM.

Preludio (Adrigami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora