Cuentame todo -dijo Alex
Ya, pero espera que vaya a ducharme.
Salí del baño y encontré a Alex tendido en mi cama, tomé asiento en la silla de mi escritorio y me miraba, esperando que comience a hablar.
Suspiré y le conté todo, como nos chocamos, su mirada, como se fue y como encontré la pulsera que él tenía en la mano antes de llegar a mi casa. Una vez terminé el relato, me miró entrecerrando sus ojos y dijo -Esto es algo que tiene que saber Santiago-
Sacó su celular de su bolsillo, marcó el número de Santiago y en menos de media hora ya estaba él en mi habiatación esperando que le cuenten el por que Alex sonaba tan ansioso por teléfono.
Esta vez fue Alex quien le relató todo mientras yo estaba en mi cama exasperado por todo lo que acababa de ocurrir, ahora no solo lo saben, si no que comenzarán a decirme que tengo que volver para buscarla y me molestarán.
Santiago chasqueó su lengua, sacándome de mis pensamientos, me senté y me miró
Amigo, tienes un serio problema aquí -Dijo él- Te vamos a ayudar a encontrarla
Eso es justo el por que no les quería comentar nada -Les dije- estoy muy confundido como para pensar en buscarla
Por fin le ha llegado el amor -Comentó Alex, mientras se reía- Es cuestión de tiempo para que veas flores y corazones por todos lados
Ja, ja -Comenté- ¡No estoy enamorado!
Bueno bueno -Dijeron los dos al mismo tiempo con unas voces que decían que obviamente no me creían-
Después de lo de ahora en la mañana, está difícil hacer que nos convenzas de lo contrario- Dijo Santiago- imitando la cara que tenía en clases.
Los fulminé con la mirada, mientras ellos seguían riendo y me encaminé escaleras abajo hacia la cocina.
Agarro una bandeja con tres vasos de jugo y un bold de pipocas y vuelvo a subir a mi habitación.
Nos quedamos viendo películas hasta el amanecer, Alex y Santiago se fueron antes del almuerzo y le prometí a Santiago ir a su casa más tarde para jugar play.
Llegada la tarde ya yo estaba listo para partir a casa de mi amigo, me despido de mi madre, cruzo la puerta y salgo.
La casa de Santiago era unas calles más lejos del colegio, en dirección al sur del parque. Como usualmente hago, me coloqué mis audífonos y emprendí mi marcha hacia el sur, con mis pensamientos al aire y mis pies al son de la música. Un cuarto de hora más tarde llego a una pequeña casa ubicada en la esquina de la calle Los Guardianes, era una sencilla casa de dos pisos con terraza incluida, me acerco a la puerta, toco el timbre y me abre una señora mayor, la madre de Santiago, Rebeca. Ella era alta, hermosa, tal como su hijo, con una melena castaña que le caía en su espalda como cascada y esos brillantes ojos color esmeralda.
Pasa -Me dijo- Santiago está en su cuarto, hoy tendremos visitas, vendrá una prima suya que hace tiempo no la vemos.
Gracias -Le contesté- y me encaminé escaleras arriba hacia el segundo dormitorio a la izquierda con vista a la terraza.
Toco la puerta y entro; lo encuentro a Santiago boca abajo con la vista en su playa y en sus manos un mando color negro, estaba jugando Call of Duty; pausó el juego, me invitó a sentarme y me alcanzó un mando color rojo, nos pusimos a jugar.
Pasada hora y media desde que llegué escuchamos el timbre, al parecer sus tíos habían llegado; era tiempo de irme.
Bajamos al mismo tiempo en que su madre habría la puerta y dejaba pasar a una señora esbelta, de melena negra, que estaba toda sonrisas por llegar y ver a la madre de Santiago, su hermana; después de ella entra una chica, su melena bien recogida en una media cola y sus brillantes ojos cafés resplandeciendo de emoción.
¡Oh no! Era ella, era la misteriosa chica que desde que chocó conmigo ocupó mis pensamientos.
Debí haber palidecido porque Santiago me miró de medio lado y me dijo al odio, ¿la conoces?; justo antes de responder, su madre las escoltó a la sala de estar, dejandome con mis sentimientos a flor de piel.