Había amanecido, me sentía terriblemente cansado, una ojeras adornaban mis ojos cafés.
Me levanté, entre en el baño y me metí un buen tiempo en la ducha (a ver si con eso conseguía despertarme), no podía dejar de pensar en lo ocurrido en el parque, con esa chica.
En mi mesita de noche todavía descansaba el objeto que había encontrado entre los rosales, era un pequeña pulsera con dijes colgando de ella que tenían distintas figuras como la Torre Iffel, un pequeño telefono de Londres, un libro, una ancla y una inicial, la R.
Me había pasado toda la noche en vela pensando en aquella muchacha y cual sería su nombre.
Eran las 6:50 tenía diez minutos para llegar a mis clases en el instituto Nox, que para mi suerte quedaba a dos calles pasando el parque.
Me vestí, agarré unas tostadas de la cocina, acomode mi mochila y me dispuse, con la poca energía que tenía, en marcha.
El instituto era un edificio de tres plantas con un gigantesco patio trasero donde jugabámos fútbol y básquet en nuestras horas libres, mi salón era en la segunda planta, curso dos.
Al llegar me encuentro con mis dos mejores amigos, Santiago, un chico alto, de pelo castaño claro, ojos de un verde opaco, su extravagante sentido del humor y forma de ser volvía locas a casi todas las chicas del instituto y luego estaba Alex, un chico totalmente opuesto a Santiago, él era rubio, de ojos azul claro y extremadamente tímido, juntos formábamos una trica bastante inusual pero aún así eran los mejores amigos que alguien pudiese tener.
10:30, habían pasado ya tres clases y me sentía que iba a caer dormido en pleno escritorio, no dejaba de darle vueltas a lo sucedido, tenía que volver a encontrarse con aquella chica, averiguar su nombre o iba a volverse loco.
¿Te encuentras bien Felipe? -Me pregunto Santiago- Pareces de muerte
¿Qué sucedio? -Añadió Alex
Nada, solo tengo sueño -comenté- en serio
Seguro te has quedado jugando play toda la noche, ¿a que si? -Inquirió Alex
Si, eso fue -Comenté, no tenía ganas de relatarle lo ocurrido por que sabía que cuando la mencionase comenzarían a molestarme y con lo cansado que estaba solo necesitaba paz.
¡Por fin!, habían terminado las clases, me despedí de Santiago y Alex y comencé a caminar por el parque de camino a mi casa, llevaba puestos mis audífonos y caminaba a la par de la música cuando no muy lejos de donde estaba, la divisé.
¡Era ella!, estaba seguro de que así era, no me iba a olvidar de aquel hermoso cabello castaño que hoy lo tenía amarrado en una coleta alta.
Estaba agachada junto a los rosales buscando algo... ¡oh dios!, lo había olvidado en mi casa... ella estaba buscando su pulsera.
Con una ligera intranquilidad pasé mis manos por mi pelo y examiné mis opciones, podría acercarme a ella y preguntarle que estaba buscando y si podía ayudarla o simplemente ir directo a mi casa, recoger la manilla y volver para entregarla, pero justo cuando levanté la mirada para ver si seguía ahí, ya no estaba.
Se había ido, quizas debí hablarle -Pensé- deprimido caminé lo que me quedaba por recorrer hasta mi casa.
Cuando llego me encuentro con mis padres en la sala, charlando muy animadamente con los padres de Alex, los saludo y me encamino escaleras arriba a mi habitación, para después encontrarme con Alex y lo peor era, que en sus manos, estaba la pulsera.
Me miró, Me debes una explicación -Dijo con una pícara sonrisa en su rostro
Suspiré, sabía que sería una larga noche.