Prólogo

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Un joven gato café salió del túnel que abría el acceso al viejo campamento del clan. Tenía una ardilla colgando de su boca, y caminaba alegremente con la cola erguida pasando de largo la pila de carne fresca. Era un aprendiz. 

Era casi el atardecer, y los demás aprendices llegaban de sus entrenamientos o de las patrullas del mediodía. El aprendiz buscaba con su mirada esmeralda una vieja amiga; se trataba de una aprendiz de nombre "Zarpa de Paloma", que era una bella y joven gata de pelaje gris claro, y de ojos ambarinos. Dejó caer su cola lentamente al encontrarse con la decepción de no haberla visto. Pensó que quizá seguía en su prueba con Vuelo Raudo. Se encogió de hombros y suspiró, antes de dirigirse con un paso desanimado a la guarida de los veteranos para escuchar las historias de Témpano, un muy viejo gato que incluso existió cuando Estrella de Rocío seguía con vida.

Se asomó a la cueva esperando un poco a que su vista se acostumbrara a la leve penumbra de ésta, sorprendiéndose por el maullido de saludo que recibió. Avanzó hasta llegar al fondo y sentarse junto al veterano de pelaje blanco. 

—Creí que no estabas despierto. —dijo Zarpa de Oso, luego de haber bajado su cabeza para dejar la ardilla delante de las patas del veterano—. 

—Dormí todo lo que pude esta mañana —contestó Témpano, bostezando. Luego miró la ardilla con atención, para luego apartar su vista de ésta y mirar a los ojos del aprendiz—. Sé que esta presa no era para mí, pero igual la recibiré —dijo ronroneando risueño, olfateándola—.

—Je... Sí... —Zarpa de Oso asintió lentamente, algo avergonzado—. La busqué, pero no la encontré... Otra vez.

—Ay, estos jóvenes de hoy en día —dijo mientras masticaba un pedazo de l ardilla—. No saben nada del amor.

—¿Eh? —Zarpa de Oso hizo un gesto, algo confundido, y luego preguntó con curiosidad—. ¿Acaso qué es el amor para usted? 

—¿Para mí? —preguntó el veterano, por su leve sordera—.

Zarpa de Oso asintió con la cabeza.

—El amor, para mi, es... Es la intención de compartir el resto de la vida junto a alguien... Querer estar con alguien sin querer que se termine... Hacer lo posible porque ese alguien estuviera bien, y compartir su felicidad... Y aprender a dejar ir... Solo porque ese alguien estuviese feliz. —el veterano parecía que buscaba las palabras en su memoria—.

—Woah... —el aprendiz hizo un gesto de asombro por lo sabia que parecían las palabras del veterano—.

—O al menos eso fue lo que llegué a oír de Alma Nocturna —dijo Témpano al cabo—. Siempre compartí ese mismo pensamiento, desde que fui aprendiz.

—¿Alma Nocturna? —repitió Zarpa de Oso con un tono curioso—. ¿Y ése quién es?

—El antiguo curandero del Clan del Árbol —contestó—. Era hijo de Estrella de Rocío y Estrella de Viento.

—Nunca llegué a oír de él —el aprendiz estaba extrañado—. ¿Qué pasó con él? ¿Sigue vivo?

El veterano negó con la cabeza 
—Murió hace tiempo, pero nadie sabe explicar su extraña muerte.

—Bueno... —Zarpa de Oso estaba un poco avergonzado, no sabía qué decir—. Ahora está en un lugar  mejor, con el Clan Estelar...

—Eso hubiera sido motivo de alegría para sus padres... —susurró Témpano—. Pero no. Según lo que oí de Bigotes Doblados, él no está en el Clan Estelar.

—Vaya... Qué pena. ¿Qué hizo para merecerlo?

—Rompió el código guerrero... —contestó—.

—Pero... ¿Cómo?

—Se enamoró... —el veterano tenía intenciones de seguir contándole la historia del curandero al aprendiz, pero se lo preguntó—. ¿Quieres oír su historia? 

—Vale, está bien, me causa curiosidad —Zarpa de Oso se acomodó echándose cerca del veterano mirándolo con atención—.

—Bueno... Todo empezó en aquella temporada de la estación de la hoja caída, con una ceremonia de nombramiento... 



Los Gatos Guerreros: Las Seis Almas Rotas: Malos PresagiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora