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El tiempo fue pasando, era el último día de Heeseung en el hospital y aunque eso le ponía triste trataba de entretenerse con otras cosas. Su cuerpo estaba completamente estable gracias a medicamentos y donaciones de sangre, pero lo que más le ponía triste es que ya no vería a Riki y ya no escucharía sus historias de superheroes, tampoco lo escuchará reír y quejarse de la mala comida del hospital luego de una cirugía. No se sentía listo para volver, no quería siquiera pisar el suelo de su casa, el ambiente de esta era muy pesado y frío que la mayoría del tiempo le daban escalofríos.

Cerró sus ojos deseando volver a tan solo un par de días atrás y disfrutar de estos, aunque el hospital fuese lo peor para algunos para Heeseung era una escapatoria de su propia realidad, donde nadie lo miraba mal porque estaba en ese lugar por alguna razón al igual que todas las personas de allí.

—¿Sabes en qué estuve pensando? –Jake lo sacó de sus pensamientos, lo vio doblando su ropa antes de guardarla en la mochila– En que estos días no has mencionado sobre los gérmenes, si tuviste asco por ciertas cosas y toques pero quizás sea un avance, ¿no?

—¿Un avance?

—Sí, ya sabes, para que me dejes acercarme más a ti.

Heeseung lo miró antes de que el chico continúe doblandole la ropa, sus mejillas ardían levemente por un sonrojo, últimamente los gérmenes que habitaban en todos lados era de lo menos que le estuvo importando pero ahora con Jake estaba siendo diferente y se sentía raro por eso.

—También pensé en que tal vez... Tú y yo vivamos en la misma casa. —hizo una leve pausa— Quiero decir, en mi casa.

Se giró hacia Heeseung, el chico tenía el rostro hecho un tómate así que miró para un costado evitando la vista curiosa de Jake, quien de pronto comenzó a reírse y aunque no fuera en forma de burla el pelinegro lo pensó así, por lo que tomó un par de medias hecho bollo y se lo tiró en la cara al rubio, callendole en la boca por lo que lo escupió rápidamente, haciendo a Heeseung reír por su cara de disgusto.

—Por cierto, estuve pensando en teñirme el cabello.

—Me gusta el castaño.

—Pero no he preguntado nada. —Jake rió, terminando de guardar la ropa del pelinegro—

—... Cállate, Shim. —respondió avergonzado—

Ambos se miraron por unos segundos, la risa de Jake comenzaba a cautivarle que algunas veces se perdía de la realidad al escucharla, ahora mismo simplemente le estaba sonriendo. Su sonrisa, era muy bonita, su corazón latía tan rápido que temía a que Jake lo escuchara y se burlara, quizás sea algo estúpido y el rubio ya le había dicho varias veces que había cambiado.

Antes de salir de la habitación recogieron todas sus cosas, no sin antes de despedirse de Riki, el niño lloró porque se estaba separando de su compañero de habitación favorito por lo que le entregó uno de sus muñecos, Iron-man.

—Cuando sea grande los encontraré de nuevo, hyungs. Prometo ya no ocultarme de Jake y lo saludaré como se debe. —dijo entre sollozos, el pequeño japonés se aferraba con fuerza al cuerpo del pelinegro y este trataba de retener sus lágrimas—

—Tranquilo, trataré de siempre venir a vistarte, pequeño leopardo. —rió ante el apodo y le desordenó sus cabellos—

Tuvieron que retirarse de la habitación por orden de la enfermera, ambos jóvenes salieron del edificio. En una de esas Jake trató de tomar la mano de Heeseung pero este se apartó al sentir el mínimo roce, no dijo nada antes esto y mucho menos se puso mal, solamente suspiró, sabía que el pelinegro volvería a adaptarse a su vida rodeada de gel antibacterial, toallas húmedas y todo producto de limpieza. Es por ello que el rubio ya había comprado productos para el hogar, si quería que Heeseung estuviera cómodo ahora en su casa debía adaptarse a su forma de convivir.

No me toques, Shim  ||  JakeHeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora