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El resto del día, Valentina se encerró en su habitación, permitiéndose finalmente desahogar toda la tormenta emocional que la había estado consumiendo. Con la música de Jesse & Joy resonando en el fondo, se permitió gritar como una mujer herida, liberando todo el dolor que llevaba dentro.

¡Tú, libreto de siempre, tan predecible! Ya, ya me lo sé. Así que corre, corre, corre, corazón... —cantó a todo pulmón, cada palabra desgarrando un poco más su ya frágil corazón.

Hundió la cara contra la almohada, rompiendo nuevamente en llanto. Las lágrimas caían sin cesar, y los sollozos sacudían su cuerpo, mientras la canción continuaba resonando en la habitación, amplificando su dolor. Las copas de vino que había compartido con Anto horas antes no hicieron más que intensificar su estado emocional.

De repente, el sonido familiar de su teléfono la sacó de su trance de dolor. Extendió la mano hacia la mesita de noche, tomando el celular con dedos temblorosos, tratando de no desaparecer del mundo exterior por completo y no preocupar a los demás.

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Leyó el mensaje que acababa de llegar, y la incredulidad la golpeó como un balde de agua fría. Sabía que los hombres podían ser idiotas, pero no estaba preparada para el nivel de insensibilidad que estaba presenciando.

Matías, sos un hijo de puta... —murmuró, con voz entrecortada, antes de comenzar a grabar un audio lleno de rabia contenida—. ¿Cómo me podés mandar eso? ¿Cómo te pensás que estoy, eh? No viajaste conmigo porque supuestamente tenías problemas con las horas de viaje, pero seguro eso era una excusa para terminar conmigo por llamada y no cara a cara. Tampoco es la primera vez que me hacés esto, y ya me cansé. No quiero saber más nada de vos. Andate con otra porque a mí ya me perdiste.

Cuando terminó de grabar el mensaje, respiró hondo, intentando recuperar la compostura que el imbécil de Matías le había hecho perder con su mensaje. Observó el chat, viendo cómo el audio se marcaba con dos tildes azules, seguido de un "escribiendo". La expectativa de su respuesta la mantenía al borde del abismo, pero no estaba dispuesta a dejar que le afectara más.

Justo en ese momento, otro mensaje entró. Esta vez, era de la persona que tanto había estado tratando de evitar: Emiliano. Valentina cerró los ojos, sintiendo cómo una mezcla de culpa y confusión se apoderaba de su pecho. Había sido una noche complicada, llena de decisiones precipitadas y emociones a flor de piel. Pero sabía que no podía seguir evitando lo inevitable. Con un suspiro profundo, decidió enfrentarlo, aunque fuera lo último que quisiera hacer en ese momento.

loved you first - dibu martinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora