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Jueves 22.

El sol brillaba con intensidad, y el calor era casi insoportable, con una temperatura de 40 grados a la sombra. A pesar del sofocante calor, ella se encontraba en la costanera, luciendo el piluso violeta que Emiliano le había regalado y esperando ansiosamente los sanguches de bondiola que él prometió traer.

El sudor caía en gotas grandes por su frente, pero en ese momento, su atención estaba completamente en el "mi vida por el gordo".

—Toma, amor —dijo Emi, pasándole el sándwich con una sonrisa.

Ella aceptó el sándwich y su rostro se iluminó de felicidad.

—Ojalá me miraras como estás mirando a la comida —comentó él, con una risa traviesa en su voz.

Ella lo miró con una sonrisa juguetona.

—Cállate, vago. Estoy segura de que te miro igual o mejor.

—Cada vez que escucho tus expresiones, me acuerdo de tu hermano. Estoy saliendo con Nico, mujer —comentó Emiliano, con un tono de complicidad.

—Más respeto hacia mi persona, Damián —dijo Valentina, entrecerrando los ojos mientras mordía su sándwich—. Dios, esto es la gloria. Te besaría el cerebro por pensar en venir acá.

—Me podes besar otra cosa si queres —bromeó él, y ella lo golpeó suavemente en el pecho.

—¡Emiliano! Estamos en público —exclamó ella, riéndose mientras él soltaba una carcajada.—Amo tu lunar, no sé si te lo dije. Bueno, en realidad, ¿qué no amo de vos? —añadió, con un tono de cariño.

—Mira, Valen, si tuviera que decir qué cosas me gustan de ti, no terminaría nunca. Aunque creo que lo que más me gusta es la mancha de nacimiento que tienes en el cachete izquierdo del culo... tiene forma de corazón —confesó él, con una sonrisa coqueta.

—Lo tomo, pero me ofende muchísimo —respondió Valentina, fingiendo indignación mientras reía.

Mientras caminaban por la costanera, disfrutando de sus sándwiches, él se tomaba el tiempo para sacarse fotos con los niños que se le acercaban, y también con sus padres. Ella lo observaba con una sonrisa en el rostro, sintiendo cómo la felicidad que él irradiaba se contagiaba a ella. En esos momentos sencillos, rodeados de la calidez del sol y de las risas, se sentía completa, disfrutando de la compañía y del amor que compartían en medio del bullicio del verano.

Mientras caminaban por las calles, algunos paparazzi se acercaron, ansiosos por capturar la imagen de una pareja que, tras la reciente ruptura de Valen, había acaparado la atención mediática. Sin embargo, a ellos no les inquietaba el bullicio de las cámaras. Habían sido siempre expresivos en su relación, sin preocuparse demasiado por el ojo público.

—Cuando llegué a casa después del viaje, Matías estaba esperándome en el lobby.

—¿Y para qué fue? —preguntó con curiosidad, mientras le pasaba el dedo pulgar por la comisura de su labio para limpiar un poco de mayonesa.

—Quería hablar conmigo, intentar recuperar lo que tuvimos. Parecía que ahora le tocaba a él arrastrarse por mi atención. De hecho, en un arranque de frustración, le di una cachetada.

—¡Qué desastre! Todavía no entiendo qué viste en ese tipo. Era como mezclar demasiado fernet con poca coca cola.

—Gracias por comparar mi ex con mi bebida alcohólica favorita.

Ambos se rieron y, tras un momento de silencio, decidieron sentarse para almorzar con más tranquilidad, intentando relajarse y disfrutar de la comida sin la presión de los flashes y el calor del momento.

loved you first - dibu martinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora