Comienzos y Tropiezos
Cuentos.
Según la historia del mundo, son sólo palabras que dan a conocer un mito o algo muy lejos de la realidad y estaba familiarizada con este género de la literatura, debido a que quien ha sido mi compañero de vida en estos casi diez años de relación se ha basado la mitad de esos años creándo falsos cuentos.
No voy a negar que ya varias veces he caído presa de la facilidad con la que sus mentiras engatusan. Tiene algo sibilino que hace que caigas inmediatamente.
—!Me cansé! !Estoy cansada de que no hagas más que ponerme de última en cada cosa que haces! —abrí la puerta de mi coche con una furia medida.
Tantos momentos angustiantes en los que perdí la esperanza de que lo nuestro volviese a surgir que en realidad ya nada de lo que él hacía me importaba.
Pero duele.
Las esperanzas rotas duelen como miles de astillas lastimando sin piedad.
—¿Entonces que se suponía que debía hacer? Quedarme todo el maldito día contigo viendo como Cassandra se quedaba con mi banda.
Hasta este punto ya el compromiso que teníamos estaba deshaciéndose. Las noches a veces eran un total fastidio cuando se iba por días y me dejaba a mi sola en casa. Elan se interpuso entre mi entrada al coche y yo.
—Sam... —un susurro suave que se combinó con sus ojos mirándome. Ojos grises bajo la perfecta sinfonía de pestañas y ese toque que me incitaba a perdonar sus faltas.
Sin embargo no me deje amedrentar así que tome un largo respiro hasta poner mis ojos marrones en los suyos.
—No sigas Elan y apártate. —susurré apenas con un sentimiento nuevo asomándose desde lo más profundo de mi.
El me hizo caso apenas. Pero rodeo el coche para así subirse en el asiento del copiloto. No tenía tiempo para pelear con él toda la mañana y mucho menos perder los papeles frente a mí casa donde todos los vecinos ya han tomado una buena visión de lo ruda que puede ser mi relación con un hombre famoso.
Elan Tower. Un chico que en sus días de adolescencia era un fanático de la música e hizo su propia banda que hoy en día era un éxito. Un chico que con sus primeras canciones me enamoró, que me hizo sentir que podía con todo lo que se cruzarse en mi camino.
Pero que después de un largo tiempo y varias cosas que lograron romper esa confianza que teníamos. Se volvió un mentiroso perfecto, apostó mi vida varias veces porque era la única que podía meter las manos al fuego por el.
Detuve el coche frente a un Starbucks.
—Bájate del coche Elan. No pienso seguir siendo quien tenga que pagar los platos rotos de tus decisiones. —negué con la cabeza afianzando mi agarre en el volante porque quería sentir algo más fuerte que mi propio corazón rompiéndose.
El me lanzó una mirada vacía y apenas se bajó sentí que no podía seguir guardando mi respiración y el torrente de lágrimas por más tiempo.
Así que llore como la primera vez que me traicionó.
Mientras conducía por las calles húmedas de Londres. El sol apenas se asomaba por entre unas nubes oscuras, posiblemente lloverá y es que la mayoría de las veces el cielo estaba deprimido otras veces estaba de tal humor que me alegraba de tener un poco de esa alegría en mi rostro.
Poco de después de un rato ya totalmente en calma y con el maquillaje ordenado. Entré a la empresa para la que trabajo. London Literary Publishing siendo la jefa del departamento de edición de manuscritos. Amaba mi trabajo no solo por el hecho de que me encanta leer y sobre todo escribir, si no que me gustaba tener en mis manos historias hechas por personas reales que viven y cuentan sus vidas a través de palabras.
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Los Desafios de Samantha.
RomanceUna mujer a la que el destino le jugó mal. Samantha Swent es solo una chica que desde su adolescencia quiso seguir con el trabajo de su madre como editora de manuscritos en una de las mejores editoriales de todo Londres. Dejando atrás todo un pasad...