Juego de sentidos
Aun tenía en mente lo que me había dicho. Una cita ¿Yo? ¿A estas etapas en las que estoy? Con un corazón a medias y un dolor que no sana muy bien. Pero debo admitir que me divierte en algún modo el hecho de que se esfuerce por mí.
—Samantha... —en la sala de conferencias me hablaban casi todos a la vez. conseguimos hacer una limpieza al portal web y estábamos empezando de nuevo a tener más ventas—. Tenemos las portadas listas para las publicaciones del mes de julio.
—Envíalas por correo a sus dueños. —dije anotando algunas cosas en la libreta—. ¿Como van los preparativos para la reunión anual de escritores?
Una chica alta de tez morena y jeans coloridos se puso de pie.
—Todo en orden, sin embargo, aun necesitamos algunas cosillas que terminar. —asentí sin poder prestarle atención. Estaba distraída, muy distraída pensando en cómo sus ojos me miraban la noche anterior.
me centré en el evento más grande que nuestra editorial hacía. Contactábamos a autores de todo el mundo a una especie de meet gala a finales de junio, de niña siempre soñé con ir a uno de esos y ahora que los he estado organizando yo desde hace dos años siento que es una ilusión aún.
—La temática de este año debería ser al estilo victoriano. —yo sonreí ante la idea de una de mis mejores agentes literarias—. Cada quien puede vestirse de esa manera y usar mascaras.
—¿Me gusta la idea, se acuerdan del año pasado? Todos se disfrazaron de Edgar Allan Poe. —la sala se llenó de risas—. Fue increíble.
Todos quedaron en silencio al ver que Marcus entró en la sala, se sentó en la silla que el señor Brown solía ocupar cuando nos decía las últimas novedades por corregir. Él se sentaba recto, con la mirada que podría convertirte en un glacial y partirte en dos en el proceso. A veces intimidaba, pero yo no estaba del todo afectada, sabía muy bien controlarme ante la reacción que sus ojos tenían en mí.
—Quiero decirles que haré unos cambios en la empresa, necesita una remodelación un poco más actualizada. —su voz era tremendamente sexy. Desvié mi mirada de el—. Estoy abierto a sugerencias.
Cada uno de los chicos y chicas presentes en la sala empezaron a darle ciertos consejos de remodelación a Marcus para aplicar en la empresa. Mientras que yo solo me quedaba ahí entre mis notas y el corazón acelerado, porque no dejaba de mirarme.
Para el momento en el que terminó la conferencia, todos iban abandonando la sala y yo esperaba estar sola y lo estaría si no fuese porque al levantar mis ojos él estaba ahí. Tenerlo tan cerca enviaba señales eléctricas a todo mi cuerpo y eso me descontrola. Los latidos, la respiración y apenas lo conozco.
Necesito urgentemente un respiro de todo esto.
—Hola. —su voz era algo que en mi vida no iba a admitir. No tenía nombre ni explicación alguna.
Y su perfume era como un bonus por ser el más lindo de la clase. Que odioso es.
Me levanté para esquivarlo, pero volvió a cruzarse en mi camino. Morir en el intento, y caer este juego de sentidos no era una opción cuando tenía una herida abierta que sangraba todavía. No quiero admitir nada, pero me gusta esto sólo un poco.
—Hola. —murmuro mirando a otro lado que no sea su boca—. ¿Me das un permiso o tengo que empujarte?
—Siempre eres así de cruel? —no pude evitar soltar una sonrisa casi reprimida.
—Y tú eres así de acosador siempre? —Marcus me devolvió la sonrisa y negó con la cabeza.
—Eres deslumbrante. —me dijo ignorando mi expresión.
—No puedo decir lo mismo de ti. —dije tratando de no hacer notar que le escuché hablando por teléfono. Pero con solo mirar mis ojos estoy segura que se dio cuenta de ello.
Se volvieron un tono de miel oscuro y no sabía si sentirme abrumada o asustada. Pero fue una oscuridad breve.
—Te impresioné? —me preguntó. Se acomodo los gemelos dorados que tenía en su saco.
—Perdona? —me hice la víctima solo para molestarle.
—Vamos, estoy seguro que te impresione y aún sigue en pie mi propuesta de salir a cenar.
—Me doy cuenta que no te vas a rendir. —Marcus se encogió de hombros.
—Soy un hombre muy insistente. —comento con seriedad. Alguien le llamo desde el otro lado del pasillo así pie se hizo a un lado para dejarme ir—. Y todo lo que me gusta lo obtengo.
La forma en la que pronunció esas últimas palabras, hizo que mi sistema nervioso temblase. Era tan exquisita su voz, se notaba que sabia seducir para obtener a cualquier costo lo que le plazca.
Se alejó para atender a cualquiera que lo estuviese buscando, dejándome así con una extraña sensación de intriga. Algo que mi lado racional no iba a aceptar.
Para cuando terminé mi labor y de enviar correos de disculpa a los autores aún en espera. Me sentía tan agotada que esta vez sería muy fácil para mi dormir enseguida.
Desde hace dos años tengo esta inquietante falta de sueño y se si no es debido a tanta cafeína, por otro lado, mis preocupaciones, estoy segura se han llevado mis descansos.
—Creo que te hace falta un aventón a casa. —él estaba ahí de nuevo apoyándose en la pared cercana a la puerta. Sus gemelos relucían a la luz de la lamparilla cerca del perchero.
Algo en el destacaba cierta elegancia peligrosa que solo puedes encontrar en gánsteres. Hombres que ganan dinero con sangre, parece sacado de las novelas de Penélope Sky.
—Tengo mis propios medios para trasladarme hacia mi casa.
Marcus se cruzó de brazos.
—Y no lo dudo, pero lamento recordarte que son las diez y... —miro su reloj de oro—. Veinte minutos, según se las calles de Londres podrán ser silenciosas, pero también ocultan mucho.
Su frescura para dirigirse hacia mí me causaba cierta incomodidad. Sentía algo dentro de mí que lo conocía de algún lado. Al final termine cediendo porque sabía que iba a insistir y estaba muy agotada como para lidiar con eso.
En el coche, la sensación de incomodidad me recordaba que estaba en un espacio cerrado con un hombre que bien tenía un talento increíble para desatar mi incomodidad. Estacionó frente a mi casa, las luces estaban encendidas lo que me hacía deducir que mi querida Dana estaba ahí. Ella hacía que mi hogar se sintiese como un hogar.
En ese momento
Estaba muy cansada para preguntarme como demonios sabe mi dirección, si en ningún momento se la he dado.
—En mi defensa quiero decirte que no voy a descansar hasta que me aceptes. —volví mi mirada de la casa hasta el hombre a mi lado.
—Y que te hace pensar que aceptaré tal cosa? —Él me sonrió. Una auténtica y reluciente sonrisa.
Escuche como el seguro de la puerta de mi lado se levantaba.
—Buenas noches Samantha. —es lo último que escuche cuando me baje. Me dejo sij habla alguna. Nunca nadie me había dejado con las palabras en la boca y quien más Me ha dejado con ansias de replicar ha sido únicamente ese hombre que apenas ha llegado a mi vida.
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Los Desafios de Samantha.
RomanceUna mujer a la que el destino le jugó mal. Samantha Swent es solo una chica que desde su adolescencia quiso seguir con el trabajo de su madre como editora de manuscritos en una de las mejores editoriales de todo Londres. Dejando atrás todo un pasad...