Lo único que queda es un mundo desolado y frío, la obscuridad y la desesperación han cegado a las personas que podrían haber salvado a otros de caer en el fin del mundo como se conoce, solo algunos fueron elegidos para ser la esperanza de la raza hu...
Miedo, todo se reduce al miedo, esa sensación incomodamente espeluznante que se instala en las entrañas y la garganta, esa que te hace querer volver el estómago y te obliga a imaginar miles de escenarios que te erizan la piel y calan hasta los huesos, que te retuercen los intestinos, te acalambran los dedos, te nublan el juicio y no te permiten respirar ni correr porque el peligro no está afuera, está en tu cabeza.
El miedo te nubla, te ciega y te carcome, le impide a tu mente funcionar aunque tu cuerpo sigue en piloto automático pretendiendo que nada sucede y que todo te importa un carajo porque no hablamos del miedo pasajero que te inflinge una película de terror, no claro que no, hablamos del miedo que vive contigo, que no te abandona, ese que aprisiona tu mente y con el que sin querer ahora vives.
¿Qué se supone que haces con el miedo?
¿A donde se supone que vayas cuando tienes miedo?
¿O es que acaso debemos esperar a que el miedo nos asfixie, nos inhiba, nos carcoma hasta que acabe con nosotros?
El miedo se ha vuelto nuestro fiel compañero, nuestro ayudante incansable y mayor aliado, pero que nos salve la vida no evita que sucumbamos en su trampa, que nos dejemos envolver por su fría lealtad y nos alimentemos con su venenoso cariño, el miedo es tan peligroso acompañado como lo es por si solo, es traicionero e hipócrita, su presencia es casi tan irreconocible como indispensable, ha estado ahí desde antes que tu o yo y eso lo hace aún más difícil de evitar.
Sin embargo a veces creo que nos tememos a nosotros mismos que a lo que hay allá afuera, le tememos a lo que somos capaces de hacer con tal de sobrevivir, es realmente escalofriante lo que la raza humana ha hecho por miedo a morir y eso solo me hace preguntarme quien es el verdadero enemigo, de quien debemos cuidarnos realmente ¿de nosotros o del miedo?
A estas alturas creo que le temo más a mi lengua y a expresar toda la mierda que pienso, que a morir agobiado a manos del miedo y lo liberador que esto pueda ser.
Ojalá nadie ponga el miedo en tu cabeza para que puedas sobrevivir.
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