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Llevaban un par de horas explorando aquella cueva en busca de materiales, habían encontrado algunos, pero seguían siendo muy pocos y los enemigos conforme pasaba el tiempo, parecían volverse más y más. Mariana ya estaba cansando, tenía hambre y quería ir a dormir, pero no decía nada a la híbrida felina y la chica con voz melodiosa para evitar ser regañado o evitar burlas por su falta de "amor a las aventuras" como decía el dúo.

Ya no aguantaba más, desde la mañana había comido únicamente un par de patatas cocidas con algo de leche que había en sus cofres y el día ya estaba por terminar, sentía que podía colapsar en cualquier momento por la falta de energías.

──  oye, Mariana, ¿te encuentras bien, chiqui? —decía conforme se acercaba al nombrado la híbrida felina con un rostro preocupado, dejando de lado las cosas que cargaba en manos para tomarlo dulcemente del rostro.

── si, si, estoy bien, man, ¿por qué lo dices? —trató de omitir su mirada con vergüenza.

── estás muy pálido, ¿seguro qué estás bien? —volvió a preguntar llevando su mano hasta la frente del chico tratando de medir su temperatura, y tal como lo sospechaba, estaba hirviendo en fiebre. — ¡Aroya! ¡Debemos sacar a Mariana de aquí! —se apresuró a gritar para que la chica que se había perdido momentáneamente de su vista le escuchase. Por supuesto, siendo ignorante de que había alertado a un montón de zombies y varios enemigos en el proceso.

Le obligó a sentarse en una piedra y le dio un poco de agua, mientras buscaba desesperada a su compañera, manteniendo a Mariana sentado recargando su peso en su hombro. En escasos segundos escuchó los gritos de la rubia buscándolos porque parecía haberse perdido. Le gritó de vuelta las coordenadas en las que ambos se encontraban esperando fuera suficiente para que la rubia encontrará el camino de vuelta a ellos.

── ay, Mariana. —mordió su labio viendo como cerraba sus ojos con evidente cansancio. Ahora estaba más que preocupada, no sabía qué hacer. Mariana estaba por desmayarse por la fiebre y Aroyitt estaba pérdida.

Buscó su teléfono en los bolsillos de la mochila que había dejado en el suelo y buscó desesperada el contacto de alguien que sabía podría ayudarla. Como primera opción estaba Carola, el vikingo con el que solía salir de aventuras, después estaba Pol, y como último su jefe, Spreen.

Divago un poco en quién sería mejor opción. Carola podría estar lejos en su hogar por las afueras del pueblo y recordaba que Pol le había dicho que estaría en el pueblo central buscando materiales a los límites del mismo, así que no tuvo más opción que llamar a su jefe quien tardó unos segundos en contestar.

── ¿Qué querés, Mayichi? —escuchó con tono rudo al otro lado de la línea. Suponía había llamado en un mal momento, y el grito ahogado de un zombie se lo confirmaba.

── Perdón por llamar amo, pero necesitó su ayuda. Estámos en una cueva cerca de la casa de Aroyitt y ella está pérdida, y Mariana se está quedando inconsciente porque tiene fiebre y no sé qué hacer. —soltó frustrada en un hilo de voz, esperando ser suficiente para convencer al híbrido de oso.

── Pásame coordenadas, estoy yendo. —después de aquello escuchó como cortaba la llamada. Rápidamente tecleo las coordenadas de ellos dos y se las envió.

Guardó su móvil de nuevo en la mochila y apenas volvió a quedar frente a Mariana, éste cayó en su pecho completamente inconsciente. Trato de levantarlo, pero apesar de que era muy delgado, seguía siendo pesado para ella. No le quedaba más que abrazarlo.

En escasos segundos escuchó a la rubia gritar de terror y sus pasos apresurados. Por uno de los caminos que dividían la cueva vió salir despavorida a la chica sintiéndose más aliviada, pero al mirar la forma apresurada en que corría hasta ella le hizo temer buscando a lo que huía, encontrando a un montón de zombies y esqueletos yendo detrás de ella.

Quería gritar, pero no salía nada de su garganta que mágicamente parecía no funcionar. Aroyitt llegó junto a ellos en segundos, tratando de protegerlos poniendo un montón de piedra alrededor, dejándolos encerrados.

── Pensé que no volvería a verlos, estoy tan cansada. —exclamó en un suspiro ahogado la rubia sentándose en la roca junto al castaño inconsciente tratando de regular su respiración errática debido al maratón que había hecho. — ¿Pero qué le ha pasado? —dijo con preocupación ahora siendo consciente del estado del castaño que le causaba tantas risas.

──  se ha desmayado por la fiebre, creo que está enfermo. —acarició con ternura los cabellos castaños del chico, aún manteniéndose abrazada de él para evitar dejarlo caer. — pobrecito. —soltó en un suspiro.

── Pero por qué no dijo nada, que es bobo. —también llevó su mano hasta los cabellos ébano del chico, para después dejarla en sus mejillas rosadas y calientes, confirmando lo que había dicho su compañera. — ¿qué haremos? son muchos enemigos, y no creo que puedas llevarlo sola mientras yo voy protegiéndolos. —reprimió sus labios como habitó ante su frustración, tratando de buscar una solución.

── Llamé al pollero para que nos ayudará, no tenía muchas opciones contigo pérdida. Dijo que venía en camino, solo espero que no tarde mucho, Mariana necesita un médico. —trató de calmar un poco a su compañera, recibiendo un pequeño asentimiento. Tan sólo les quedaba esperar a su única salvación.

worse days. ㅤ» ㅤspriana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora