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Maia giro su mirada y encontró a Pablo haciendo muecas raras.

— ¿Que sucede? — pregunto Pablo al verla reír.

Hace unas horas Maia había publicado en Twitter que necesitaba alguien con quién salir, aún que sus amigas se habían ofrecido, Pablo había insistido mucho y a la roccuzzo no le quedó otra que aceptar. Ahora los dos estaban en una heladería disfrazados para que no los reconozcan.

Maia además de ser la hermana de Antonela roccuzzo, era una actriz muy famosa.

— ¿Que sucede? — pregunto Pablo.

— Nada. — negó ríendo.

— Te vez bonita cuando sonríes. — dijo el español jugando con la mano de la castaña.

— Sos un cara dura. — dijo Maia.

— No se sea eso pero seguro no lo soy. — dijo comiendo su helado. — Come que se te derretirá.

— Bueno señor gavira.

Una vez que los dos terminaron de comer el helado, salieron a caminar por las calles de Doha.

— Oye bonita. — dijo Pablo llamando la atención de Maia. — ¿Vas a mi próximo partido?

— Mmm voy a pensarlo. — dijo Maia viendo las tiendas.

— Vamos Mai por favor. — pidió como un niño pequeño.

— Bueno estaba bien. — acepto la roccuzzo.

— Sabía que no te podías resistir a mi. — dijo arrogante.

Maia rodó los ojos y pregunto: — ¿Cuando es el partido?

— Es el 6 de diciembre. — contesto.

— Bueno, nada de camisetas gavira.

— Si claro. — dijo tomándola de la mano.

— Ni se te ocurra o Mateo me mata, más bien Mateo te mata primero a vos y a mí me reclama. — aviso.

— tu sobrino da miedo.

— ¡Eu! Matu es un amor..... cuando el quiere. — lo pensó bien.

— ¿Mañana es tu cumpleaños verdad? — pregunto el.

— Si. — responde ella desinteresada.

— ¿Hay algún problema con eso?

— La verdad que sí, soy producto de un error, mis papás desde un principio no querían tenerme, entonces nunca festejamos. Cuando mi hermana Antonela se dió cuenta de eso, me llevo a Barcelona con ella, en ese momento había nacido Thiago. — contó ella. — Desde los diez mis cumpleaños los pase con Anto, lío, mis sobrinos y bueno mis amigos, pero ahora de grande.

Pablo asintio y la abrazo por los hombros.— Valeee ¿Pero aceptas regalos verdad? — dijo sonriendo.

— Ah sí, regalos si obvio.

Ambos terminaron el día y la morocha volvió a la casa en Qatar para dormir y no estar tan muerta en su cumpleaños. Cuando se despertó, sintió como tocaban su puerta.

— Pase! — dijo la castaña todavía dormida.

— ¡Feliz cumple Maiu! — dijo Antonella con los nenes.

Mateo corrió y se subió a la cama de su tía tirandola.

— Gracias mis bebés, gracias Anto.

— Tía despertate así vez las sorpresas. — dijo Ciro y Mateo se dió una palmada en la cara.

midnight rain; Pablo gaviraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora