dos.

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Luego de las interacciones de la noche anterior, los jóvenes del clan metkayina parecían estar menos recelosos que antes. O, al menos, eso pensaba Neteyam, que ahora notaba que la gente no se le apartaba como si tuviese algún tipo de enfermedad contagiosa. Incluso había algunas personas que se atrevían a saludarle, lo que, sinceramente, le hizo muy feliz.

Suponía que, para él, como hijo mayor de los Sully, el rechazo de las personas no le afectaba tanto como imaginaba que les afectaba a sus hermanos menores. De Lo'ak no podía asegurarlo, porque se veía tan desinteresado la mayor parte del tiempo que dudaba que toda esta nueva situación perjudicara realmente su psiquis. Sin embargo, de Kiri y de Tuk no sabía qué pensar.

De una manera no tan sorprendente, Kiri se había visto tan impresionada por su nuevo entorno, que se pasaba el día nadando o explorando. Se le veía emocionada por conocer de las nuevas especies, de las nuevas plantas, y parecía estar enamorada del mundo marino, porque a veces con suerte salía del agua para comer. Y le alegraba ver a su hermana así.

Para Tuk el cambio había sido más difícil. Apenas llegaron a su nueva casa, luego de que Nyra les guiara, la menor manifestó sus deseos por volver a su hogar. Fue de manera tal que incluso Nyra, una recién conocida, se preocupó de ella.

Aunque había sido algo simple, a Neteyam le conmovió ver cómo Nyra se esmeró en guardar fruta para su hermana. Nyra había sido muy amable con su familia desde el momento en que llegaron, y aunque podía parecer algo insignificante, gracias a sus esfuerzos, los Sully no se habían sentido del todo apartados.

De hecho, si lo analizaba mejor, creía que gracias a las interacciones que tuvo con su nueva amiga, la gente se sentía más confiada de acercarse a él. No era nada extraordinario, pero era un cambio que apreciaba.

—¡Neteyam, hola! — saludó la fémina, a lo lejos. El mencionado rió para sus adentros, sorprendido ante la coincidencia. La mujer no tardó en acercarse a él, con la sonrisa que no paraba de deslumbrar al mayor de los Sully—. ¿Estás listo para tus lecciones de hoy?

—Depende. Si Ao'nung es mi profesor, saltaré mi primera clase.

Nyra rió suavemente, asintiendo.

—Él no es un buen profesor. Ni un buen estudiante. Cuando éramos niños y Tonowari nos enseñaba a mantener la respiración, Ao'nung casi se ahogó varias veces — volvió a reír, rememorando esos tiempos—. Pero no te preocupes. Tsireya y yo daremos esas lecciones, con la ayuda de Rotxo. Ao'nung vendrá a ayudarnos con los Ilu.

—¿Tsireya es buena profesora? — interrogó Neyetam, curioso. La mujer asintió suavemente.

—Una de las mejores. Ella me ayudó cuando recién aprendíamos. Es tan paciente y amable que está dispuesta a ayudar todo el día si es necesario. Y es tan linda que su compañía es un placer. Es imposible no aprender con ella.

Neteyam asintió, en silencio. Se veía que le guardaba gran estima a su amiga.

—¿Y tú? — volvió a interrogar, sonriendo con suavidad.

—Me desempeño mejor en otras áreas — confesó, con una sonrisa avergonzada—. ¡Pero jamás dejaría que te ahogues!

—Eso es lo más importante, ¿no? — rió Neteyam—. Será un gusto aprender contigo.

Nyra sonrió con timidez, para luego asentir con emoción. No se lo diría, pero le hacía feliz que Neteyam la hubiese elegido. El hijo mayor de los Sully se le hizo simpático, y le gustaría poder ahondar su amistad con él.

—Pero antes de eso — murmuró Nyra, comenzando a caminar. Neyetam la siguió de cerca—, planeaba ir a cazar. ¿Me acompañas? Escuché por ahí que los del bosque son buenos con el arco.

DREAM OF YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora