Ran haitani. Un chico que a su corta edad se volvió uno de los pandilleros más temidos siendo dueño de todo Roppongi junto a su hermano.
Su vida siempre estuvo llena de mujeres que buscaban de su atención y el con gusto se las brindaba.
Todo era a...
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|• Narración •|
A la mañana siguiente.
Ya habia amanecido, era un día soleado y agradable. Ambos protagonistas aún dormían, estaban abrazados el uno del otro siendo cubridos por una sábana fina de un color azul marino. Las cortinas aún estaban cerradas pero al ser de una tela traslúcida dejaba que la luz de un nuevo día entrara en la habitación.
De los dos Ran fue el primero en despertar. Lentamente fue abriendo sus ojos, parpadeo un par de veces y luego bajo su vista encontrándose con el rostro de una profundamente dormida ____.
Le sorprendió un poco verla aún ahí pero no hizo nada al respecto, solo se quedó mirando a la chica que dormía a su lado profundamente. Una de sus manos estaba posada detrás de su cabeza y con la otra estaba abrazandola, su cabello estaba completamente despeinado y unos mechones cubrían parte de su rostro.
Se quedó admirandola un poco, ya hacia mucho tiempo que no la veía dormir a su lado y el que eso estuviera pasando de nuevo le provocó inconscientemente una sonrisa.
Lentamente se removió en su lugar tratando de ser lo más cuidadoso posible para no despertarla ya que sabía que solía molestarse cuando le interrumpían su sueño.
Una vez que se incorporó en su lugar y lograr su cometido se quedó sentado en la orilla de la cama.
—¿Qué hora es? —Pregunto frotándose los ojos mientras guiaba su vista al reloj que estaba en su pared, marcaba las 11 de la mañana, suspiro aliviado y luego volvio su vista a la chica que se encontraba en la cama.
Su vista viajo en todo lo que estaba a su vista, miraba su torso desnudo, su cuello, su cara, su cabello, todo de ella mientras recordaba fragmentos de lo que había pasado la noche anterior. Aún no se podía creer que hubiera pasado toda la noche teniendo sexo con ____, era extraño pero no sé quejaba, después de todo había sido el mejor sexo que le habían dado en mucho tiempo.
Luego de esto suspiro por lo bajo y se levantó para dirigirse a su tocador, recargo sus manos en la superficie de este y se miro al espejo.
Observó que tenía múltiples marcas en todo su torso, había mordidas y chupetones los cuales no se quitarian en mucho tiempo, luego se dió vuelta y su espalda no tampoco se había salvado, había muchos rasguños. Soltando un nuevo suspiro se miro directamente al espejo y recordó de nueva cuenta la razón de aquellas marcas.
Recordaba los besos, roces, suspiros, gemidos y todo lo que había pasado, no pudo evitar sonreír por aquellos recuerdos.
Tras de mirarse un rato más en el espejo se puso ropa interior limpia y se quedó recargado al borde del tocador para seguir admirando a la peliroja.
No podía expresar la satisfacción que sentía en ese momento, verla en la cama durmiendo plácidamente le recordaba a los viejos tiempos.
Una vez que estuvo satisfecho por la vista que tenía fue hacia la ventana de su habitación y abrió las cortinas. Abrió el ventanal un poco para que entrara aire y se quedó recargado en el marco para fumar un poco.
