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Nos quedamos así, totalmente quietos, con nuestras agitadas respiraciones chocandose. Dios, ¿a que espera?
Me sigue apretando fuertemente contra el, mientras nos miramos a los ojos.
De repente este precioso momento desvanece.
-No. -dice antes de soltarme, darse la vuelta e irse.
Me quedo quieta, asimilando lo que ha pasado. ¿Porque ha echo eso? ¿Acaso pretende jugar conmigo?
No se muy bien como reaccionar, así que me voy de allí lo más rápido que puedo con las mejillas coloradas y una vergüenza muy grande.

A PRIMERA VISTA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora