Nueva York

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-POV T/N-

Llegué a Nueva York, sola cogí mis maletas, que no eran pocas, y fui directa al interior de el aeropuerto. Me senté en uno de los bancos y encendí el teléfono.
Lo bueno es que estaba descansada, aunque con un poco de dolor de cuello por dormir en el asiento del avión.

Una vez el teléfono encendido me di cuenta de algo.

Mierda, tengo que cambiar la tarjeta de el móvil, si no no podré hacer llamadas o mandar simples mensajes.

Salí de el aeropuerto con todo el equipaje y paré un taxi que pasaba, le di la dirección de la residencia en la que me iba a alojar, ya que un piso para mí sola iba a ser demasiado cambio de golpe y mi ansiedad no me lo iba a agradecer.

Ya allí, pagué al taxista y bajé las cosas para por fin entrar en ese bonito sitio. Tenía una muy buena iluminación y una decoración bastante agradable a la vista.

-Hola buenas, tenía reservada una habitación conjunta para estos 4 años que vienen, podrían darme las indicaciones de el lugar y la llave, por favor- dije algo nerviosa a la recepcionista que estaba tras el mostrador, este sitio parecía un hotel.

-Hola señorita, ¿podría darme su nombre antes de empezar con el procedimiento? Necesito saber si realmente está asignada a una habitación- me miró con una cara un poco pasota y seria.

-Oh si claro, perdone, soy T/N, T/N T/A.-

-Mmm... T/N T/A... Oh sí aquí está, habitación 32, su llave está aquí, recuerde que puede decorar su parte de la habitación como guste pero le pedimos amablemente que no pinte las paredes y si necesita alguna otra cosa no dude en llamarnos-

Definitivamente parecía un hotel, aunque un poco más moderno. Pero que me podía esperar de mi padre, quiere lo mejor para mí.

Subí a la habitación y me encontré con un chico en el medio y medio mirando de un lado a otro sin saber que hacer.

-Emm... Hola ¿Te encuentras bien?- dije soltando una pequeña risita.

-¿Izquierda o derecha? ¡Rápido!-

Lo miré sobresaltada y algo enojada por el grito. ¿Quién se creía? -Izquierda.- gruñí cruzando los brazos y mirándolo de arriba a abajo.

Él me miró poniendo toda la atención en mí -buena elección- hizo un gesto señalando el lado izquierdo de la habitación como queriendo decir que ese era mi lugar.

Ingresé en la habitación por completo y puse mis maletas encima de la cama, preparando las cosas para meterlas en el armario y cajones.

-Y bueno... ¿Tú nombre es?- sentía sus ojos recorrer todo mi cuerpo. ¿Acaso me habían asignado una habitación con un baboso? No, mi padre nunca lo toleraría.

-T/N, T/N T/A. ¿El tuyo?- lo miré de reojo, sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

-Soy Sam, Sam Miller.- note como se giraba para estar de frente a mí, le seguí y vi que tenía la mano estirada, para que nos diéramos un apretón de manos.

-No me gusta el contacto físico- dije algo borde, seguía molesta por como me trató al principio.

-Okey, lo entiendo, nada de contacto físico- me guiñó un ojo, pero no seductoramente si no de colegueo a lo que yo respondí con una sonrisa sin dientes.

-Pero si sabemos sonreír- dijo burlonamente.

-En serio, ¿nunca te callas?- puse los ojos en blanco.

-Borde- dijo susurrando. Pensó que no lo escuché y yo hice como tal, no quería seguir en esa conversación.

Terminé de recoger las cosas y guarde las maletas donde pude. Me senté en la cama para descansar un poco y pensar en que me tocaba hacer ahora.
Los ojos se me iban de vez en cuando al chico que estaba tumbado en la cama de en frente, se me hacía un poco incómodo compartir habitación con un hombre. Pero tampoco quería decirle nada, no creo que sea mala persona.

Lo Que Fuimos y Somos - Elizabeth Olsen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora