Percy Jackson, Heroes del Olimpo reaccionando a destripando la historia

Baldur

—Así que, salió un nuevo video—asumió Percy, molesto por haber sido teletransportado al Olimpo a mitad de un examen—. Más vale que lo valga, porque creo que acabo de reprobar trigonometría.

—Dos videos, de hecho—respondió Apolo, recostado cómodamente sobre su trono.

—¿Dos videos?—cuestionó Leo, mientras tomaba asiento—. Eso es raro...

—El primero salió hace unos tres meses, de hecho—intervino el dios solar—. Y el último hará cosa de tres semanas.

Leo lo miró fijamente, casi ofendido.

—Y no nos lo habías dicho por...

—Porque soy un dios ocupado—intervino Apolo—. ¿Tú te crees que estoy 24/7 esperando a que salga un video para llamarlos aquí? No. Tengo cosas que hacer, responsabilidades. ¿Y a caso un inmortal no puede disfrutar de su juventud?

—Eh... claro, supongo.

Mirando a su alrededor, Annabeth notó como dos dioses no griegos estaban presentes en extremos opuestos en la sala. Uno al lado del trono de Zeus, el otro encadenado a una piedra.

—Lord Odín—saludó la semidiosa—. ¿No vienen Magnus y los otros?

El padre de todos negó con la cabeza sombríamente.

—Lo siento, joven Chase—se disculpó—. Por motivos personales, preferí que tu primo y sus amigos no viniesen conmigo. Es... difícil, para mí.

—¿Qué sucede?—preguntó Piper, notando la aflicción en el tono del dios.

Zeus golpeó el suelo con su Rayo Maestro, haciendo que todas las miradas se volviesen hacia él.

—¡Olímpicos! ...y semidioses—añadió—. Hoy estamos aquí para ser testigos de un acto de maldad pura. No se trata de una acción reaccionaria. No responde a la venganza, a la paranoia, a la autodefensa o a la atracción. Fue un caso de celos infundados, odio desmedido y profunda oscuridad que se cobró la vida de un buen hombre.

—¿Y qué no ustedes, dioses, hacen eso todo el tiempo?—interrumpió Percy.

Zeus fulminó con la mirada a su sobrino, mientras los semidioses luchaban por contener su risa.

Hermes se encogió de hombros.

—Bueno, sí, supongo que tienes razón, primo—reconoció—. No obstante, esto es algo peor.

—¿Y eso por...?

—Porque terminó con la vida de un dios—concluyó Apolo, suspirando tristemente—. Pobre sujeto. Era tan joven, tan apuesto...

—Cállate, que me dan náuseas—murmuró el segundo dios nórdico, desde la esquina de la habitación.

—¡Cierra la boca, Loki!—le espetó Odín.

—O de lo contrario...—añadió Deméter—. Haremos que Poseidón suelte a su caballo interior.

Poseidón se volvió hacia su hermana, molesto.

—¡Oye! ¡Sólo fue una vez!

—¡¡Silencio!!—ordenó Zeus, recuperando la atención del grupo—. ¡Tómense algo con seriedad por una maldita vez!

—Sería más fácil si no quisieses que nos tomemos en serio un video musical animado, padre—apuntó Atenea.

El dios padre del cosmos trató de responder, pero Odín lo detuvo poniendo una mano en su hombro.

—No te preocupes, viejo amigo—le pidió—. Lo único que deseo es que los jóvenes de tu panteón divino conozcan la historia de mi hijo, y con suerte, eviten comportamientos similares.