𝐕𝐢𝐝𝐚

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Si pudiera regresar el tiempo, no lo haría.

Las calles de México siempre fueron su hogar, mentiría si él dijera que comprendía la definición de aquella palabra. Había crecido bajo la ley del más fuerte, sí quería vivir, tenía que aprender a sobrevivir.

Vivía en las sombras de su propia tortura.

El alcohol, los excesos y la mala vida siempre estuvieron presentes en el hogar que compartía con su tío. Sus padres dejaron de estar presentes cuando él tenía 10 años, se habían ido una tarde de domingo con la promesa de que regresaría al día siguiente; han pasado seis largos años desde aquello, ellos nunca volvieron. Desde ese entonces su tío lo había "protegido" bajo su ala, la idea de crianza que reinaba en la cabeza de aquel hombre era realmente bizarra, no estaba criando a un niño, estaba criando a una bestia.

Nunca lloró a pesar de los maltratos constantes, la última frase que le había dicho su padre se arraigó con fuerza en su mente.

"Es de débiles llorar"

Una noche se desató la bestia que vivía en él, la impotencia de sentir los golpes y la humillación acabaron con la poca cordura que aún poseía. Fue como ver un animal salvaje, sus golpes eran secos y nunca fallaban, los golpes seguían a pesar de que sus nudillos estaban destrozados, su voz no era la de un joven. era el rugido de algo que él no conocía.

Su tío lo observaba desde lejos, orgulloso de lo que había creado.

Después de aquella primera pelea todo su mundo comenzó a desmoronarse poco a poco, llevándose la cordura y sueños del más joven. Su tío comenzó a inscribirlo en peleas clandestinas, poco le importaba el bienestar de su sobrino, la avaricia por la cantidad descomunal que recibía de dinero, al final el dinero era la razón por la cual arriesgaba la vida de un joven de 16 años.

Guillermo salió invicto en cada pelea, un niño atrapado en el cuerpo de una bestia.

Había pasado un año desde que inició aquella vida, aún con todo el dinero que recibía su vida llena de carencias seguía presente, quería que todo se detuviera. Extrañaba su vida antes de todo aquello, los entrenamientos en la cancha de fútbol junto con sus amigos, las noches donde reía y bailaba junto con su madre hasta el cansancio.

Se sentía solo en un mundo lleno de gente.

Decide dejar la escuela en busca de sus sueños, nunca se lo dice a su tío. Cada mañana se va sin levantar sospechas, después de tanto tiempo regresa a la cancha; siente que cada paso es en cámara lenta, frente a él mira a su antiguo grupo de amigos.

-¡Ochoa!

Un abrazo grupal lo deja tendido en el suelo, las risas de sus amigos llenan su corazón de paz. Cada noche había implorado por encontrarlos de nuevo y finalmente lo había hecho, no tenía nada que perder, nada que ganar, nada que deseara.

Cuando la gente que solía conocer descubre lo que había estado haciendo, el cómo había estado viviendo,le preguntaban el por qué, pero no tiene sentido explicarle a gente que tiene hogares. No tienen idea de lo que es buscar seguridad en otras personas, que un hogar sea cualquier lugar en que recuesta su cabeza.

Porque él nació siendo así, sin que su corazón le perteneciera a alguien, perteneciendo a todos; siendo el joven que no tiene nada pero anhela todo. En su mente solo reina su obsesión por la libertad.

Aún cuando su mente está en guerra, se siente libre.

Regresa por la noche a su hogar, observa a su tío profundamente dormido sobre el sillón probablemente ahogado en alcohol. Él no le pertenece a nadie, toma la bolsa en la que guardaba toda su ropa de entrenamiento llenándola con cosas que probablemente ocuparía en su largo viaje, con valentía toma todo el dinero que le pertenecía.

𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 [𝙼𝙴𝚂𝚂𝙸𝙲𝙷𝙾𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora