Nuestro Mundo Llamado Saturno #Wattys2015

¡Otra vez no!

Ya era muy de noche, tenía tan hambre que la barriga me rugía, entre en la cocina y revise cada estante para ver si encontraba algo por ahí mal parqueado, pero como era de esperarse todo estaba vacío, tome nota mental para salir a comprar las cosas que me hacían falta y comida para llenar la nevera cuanto antes ya que gracias al alocado Día, bueno mejor dicho alocada madrugada que tuvimos mi Mejor amiga Aless y yo, no tuve tiempo de pensar en salir de compras, aparte habíamos pasado toda la tarde durmiendo y por primera vez entendí porque a Aless le encanta pasar durmiendo.

Me obligue a caminar a mi cuarto e intentar dormir, me puse una camisa Iron Man y un short como pijama, apague las luces, deshice el cubre cama de Perry el Ornitorrinco y me acosté boca abajo, pero era tanto el hambre que tenía que ni por más que cerrara los ojos, me viraba, diera vueltas en la cama y prácticamente hiciera un kamasutra con Orpencio, lograba dormir. Después de tantos intentos por dormir fallidos, me levante de la cama y me puse unos jeans ¿No podía ser que todos los locales justo hoy estuvieran cerrados? Cogí mis llaves y Salí de mi departamento.

La verdad era que no tenía muchas ganas de manejar, así que ir a Roxy's quedaba definitivamente descartado, no quería ir lejos, camine cerca de mi residencia en busca de algún local así sea trucho en el cual pudiera comer o tomarme un café, pero lo cierto era de que todo estaba cerrado y como era de imaginarlo las calles vacías, un viento helado inundaba la calle, me retorcí de frió y me maldije en voz baja por no haber sacado un abrigo, seguí dando vueltas y vueltas por esas calles sabiendo que el resultado sería el mismo, nada.

Me dispuse a volver al departamento, era media noche y sea lo que sea no iba a conseguir comida por ningún lado o al menos cerca de mi departamento, no, mi barriga volvió a rugir, cosa que me dio coraje conmigo misma ya que mi barriga sabía que no estaba en ayunas o en medio de alguna dieta que viera en internet. Mi esperanzas por alimentarme ese día se habían marchado mi mirada se quedó perdida en el piso y mi mente viajo hasta aquellos días donde aún estaba en casa de mis padres y sea la hora que sea encontraba comida, de repente mis recuerdos se vieron interrumpidos por un pedazo de papel que estada tirado en el piso, un poco dañado y con varias pisadas encima, viendo desde mi altura puede diferencia un logo de una taza de café echando espuma y unas letras que estaban en imprenta que decía "ABIERTO TODA LAS MADRUGADAS" o al menos eso parecía, me agache rápidamente a coger ese pequeño pedazo de papel y como ya había visto, tenía el logo e la taza echando espuma y aun lado decía " El café de la abuela" abajo describía una parte de su menú y la dirección exacta, lo que había leído como todas las madrugadas era realmente un "ABIERTO HASTA LAS DOS DE LA MADRUGADA", la verdad es que ni yo mismo me explicaba como había encontrado la relación entre una frase u otra, así que decidí echarle la culpa al hambre.

Revise mi celular, la hora marcaba exactamente las 12:45, decidí apresurarme y camine como 7 cuadras más abajo, aparte de las que ya había caminado.

Era un local esquinero con la puerta y paredes de afuera de madera y vidrio, un letrero hecho de madera y con letra Imprenta decía "El Café de la Abuela", entre y unas campanillas de viento sonaron, el local era todo rustico con su bar, mesas y sillas hechos de madera, en el centro de una pared de lado izquierdo adornaba un chimenea que simulaba estar encendida, tome asiento en una de las mesas que sobraban, l local estaba casi lleno << después de todo no soy la única muerta de hambre a la 1 de la madrugada – pensé.>>.

Espere casi 15 minutos hasta que un chico simpático, con ojos cafés, y vistiendo una camisa al mismo tono de sus ojos con el logo del local de lado izquierdo y unos jeans negros se acercó y me tendió un menú después de unos minutos de haber leído me decidí que iba a pedir.

– Un capuchi... – el chico iba a tomar nota cuando fui interrumpida.

– Bryan – dijo el cocinero, quien le hizo un gesto para que se marche.