Un amor entre monte y tierra.

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/Fyozai y fyolai/

Un universo en donde dos chicos de campo ven que ya es hora de casarse. Y la única opción que les ha llamado la atención es el hijo de su vecino que ha llegado de la ciudad hace algunos meses.



Volvía a ver a el castaño salir de la casa de los Dostoyevskis y el estaba en su cuarto viendo eso. Lo que separaba sus casas era la carretera y la del castaño quedaba a unas hectáreas de distancia con una finca de por medio.

El hace algún ya un tiempo le venía echando los ojos a el hijo de los vecinos, hablándole bonito y haciéndole regalos para calentar ese frío corazón que ese chico tenía. Lo cierto era que tenía ya unos meses en ese plan, ya estaba en edad para pensar en matrimonio y el parecía buena opción, educado y callado, buenos padre e inteligente. No sabía que más podía pedir.

Pero el problema era que no era el único que le había echado el ojo. Dazai Osamu, unos de los tantos hijos de los Dazai también le había empezado a tirar a su vecino.

Era injusto, el llevaba meses calentando a el peli-negro para que otro viniera y robara el fruto de sus trabajos.

Dazai también le había empezado a tratar bonito y a el parecer el Dostoyevski le estaba correspondiendo.

¡Y el se negaba a eso!

No era justo que le calentaba la oreja a alguien y llegará otro y se lo llevará ¡Ya le había pasado dos veces! Y se negaba que pasara también con el ojos lila.

Sabía que el castaño iba casi todos los días en la tarde y se iba ya entrada la noche. Se iba a aprovechar de eso para jugarle una broma, había rumores de que por estas parte espantaban.

Después a el día siguiente le iría a pedir la mano del pelí-negro.

Agarro una sábana blanca y le abrió dos huecos para poder ver bien.

Espero para ver si el castaño iba hoy para el casa de sus vecinos. Y efectivamente así fue, el de vendas paso para la casa de sus vecinos.

Ya era de noche y el estaba entre el monte para esperar a el contrario.

Todo estaba oscuro y lo único que iluminaba era la luz de la luna.

El menor salió de la casa y paso por el portón para agarrar para su hogar.

Vio como su competencia caminaba y espero que estuviera a unos diez metros de distancia, se levanto y grito.

—¡Bu! ¡Bua!—Grito para empezar a correr hacia el.

—¡La mierda!—El castaño empezó a correr a todo lo que daba, el nunca había tenido tan buena condición física pero eso no importaba.

El por otro lado se estaba aguantando la risa, esto sería una historia para recordar. Además que nunca había visto a el menor correr como estaba corriendo.

Una persecución estaba ocurriendo por esa calle de tierra y piedras. Uno nunca había creído en los fantasmas y ahora estaba corriendo de lo que el pensaba era uno mientras que el otro creía en los fantasmas y ahora era uno, o fingía serlo.

Todo era risa para el hasta que vio a Dazai agacharse y luego levantarse con piedras en la mano.

—Mierda—El castaño le iba a caer a piedra y no estaba dispuesto a eso y antes de que el contrario le pudiera tirar una—¡Soy yo, Dazai! ¡Soy Nikola!—Revelo su identidad, eso era mejor que recibir un mal golpe por una piedra.

Vio como Dazai respiro aliviado y bajo la piedra que tenía en la mano, hasta que la volvió a levantar-¡Eres un maldito! ¡Me ibas a matar de un susto!-Grito.

Ahora las cosas se invirtieron. Ahora el menor estaba persiguiendo a el albino.

—¡Lo siento!

—¡Ven aquí!

Ahora todo era prácticamente la broma saliendo mal.

Algo blanco empezó a brillar en un potrero que estaba en orilla de la carretera.

Ambos se detuvieron y vieron hacía ese lugar, era una mujer o la figura de una mujer completamente blanca que estaba flotando.

Ahora sí había aparecido un espanto de verdad.

Ahora ambos empezaron a correr para sus respectivos hogares sin mirara atrás.

Sin dudas una noche para recordar.

...

—¡No sueltes el caballo!—Grito el peli-negro.

—No va pasar nada—Aseguro el albino con una sonrisa.

—No te creo, va a salir corriendo, ya me pasó una vez—Dijo, se negaba a volverse a caer del caballo de su padre.

—Si quieres frenarlo jala de las riendas—Explico, aún no soltaba la cuerda que tenía atada a el animal por petición del Dostoyevski.

—Lo hice y me tumbó.

—Entonces haste a un lado, me voy a montar contigo—Dijo para quitar el pie a el menor y poner el suyo—Salte de la silla.

El más bajo lo vio con una cara de desconfianza.

La señora Dostoyevski salió junto a su hija y vio lo que estaban haciendo los jóvenes y solo pudo soltar una pequeña sonrisa.

—A cuánto que se caen—Dijo la menor con una sonrisa.

—Se van a caer, están haciendo lo mismo que yo hice con tu padre cuando éramos jóvenes—Recordó con calidez.

—Si papá los ve los va a matar, claro, si es que no lo hace el caballo primero.

Fyodor había vuelto a el campo después de terminar sus estudios en la ciudad. Era claro que iba a ser el centro de atención.

La familia Gogol ya había estado hablando con ellos desde ya hace un tiempo sobre un matrimonio arreglado y uno de los hijos de los Dazai igual.

Volví su vista hacia donde estaba su hijo.

—No voy hacer eso—Se negó.

—¿Por qué eres tan complicado? No podré guiar bien el caballo su tu vas adelante—Explico.

...

Estaba viendo por la ventana del carruaje. Venía del regreso del pueblo, había ido a ayudar a su padre en algunos asuntos.

Siempre el viaje de regreso era silencio y tranquilo y lo único que podía hacer era ver por la ventana y admirar el paisaje.

Pasaron por las finca de los Dostoyevski y vio como El peli-negro y su vecino estaban montados en un caballo.

Alguien ya se había adelantado a su idea. 

Hizo una mueca mientras seguía viendo por la ventana.











Y empezamos esta serie de historias con este lindo relato (para mi opinión) que hice.

Este one shot fue basado en cuentos que escuche mientras estaba en el campo. Claro, me gustaría agregarle más. Pero ese será si hago un libro aparte de este.

Espero que le guste, y si es así, no olviden de comentar y votar.

Noches en velas y té Donde viven las historias. Descúbrelo ahora