Noches en velas y té

¿Arriba o abajo?

Fyozai.

Llevan tres años de relación y querian pasar un momento especial juntos, su primera vez. Después de todo tenían 17 años y quería experimentar, pero no contaron en que ninguno quería ceder.

—Piedra, papel o tijera—Decia el castaño moviendo su mano—1 2 3—Conto y saco.

Ambos sacaron piedra.

—¡No!—Grito con frustración el menor.

—Sigo insistiendo que seas tú, después de todo eres el menor—Propuso el peli-negro.

—¡Claro que no! Esto tiene que ser elegido de una manera justa—Exclamo.

—Es que tú quieres que yo sea el de abajo!

—Tu también quieres que yo lo sea!

—¡Entonces no hacemos nada!

—¡Bien!

—¡Bien!

Llevaban en este plan ya dos meses.

Ninguna quería ceder, y al parecer eso no iba a pasar en un largo tiempo.

Otra noche que se fueron acostar peleados.

Otro día, otra oportunidad.

Ahora estaban en clases. El castaño mordía su lápiz y su pareja veía hacía el pizarrón.

Su plan era pedirle los apuntes de Fyodor más tarde.
Hoy no quería prestar atención, ya que sentía algo de frustración, no podía creer que el contrario no quería ceder y el tampoco lo haría.

Habían jugado ajedrez en lo cual había terminado en empate.

También piedra papel o tijeras, lo cual también termino en empate.

En uno, en el cual se había colado Chuuya y termino ganando. Y menos mal que fue así, ya que iba perdiendo contra Fyodor así que después de eso siempre se negó a ese juego.

Jugaron triqui.

Y pensando en todo lo que habían intentado para saber quién sería quien, se había pasado la clase.

—Toma—El ruso le extendió su cuaderno—Copia rápido.

—Voy ahora para tu casa a copiarlos.

—No, hoy no estoy humor, así que tómalo o déjalo—Movió el cuaderno para que el contrario lo tomara.

—Estas frustrado—Observo el castaño—Podríamos sacar todo esa frustración de tu cuerpo si solo–—El cuaderno fue estampando contra su cara—¡Ey! ¡Eso duele!

—¡Dostoyevski!—Grito el profesor—No puede golpear a sus compañeros, pensé que Nakahara era el único que tenía esa mala costumbre.

—¡Lo siento!—Se disculpo con fastidio. Volvió su mirada a su novio que ahora se estaba sobando la nariz con una mano y con la otra tenía el cuaderno—Mientras que contigo, jodete.