𝗜𝗟𝗨𝗦𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦 | "¿Hay algo malo en mí?"
Donde 𝗧𝗔𝗞𝗘𝗥𝗨 𝗥𝗘𝗬𝗞𝗢 llega a los juegos macabros completamente sola hasta que conoce a una persona demasiado diferente a ella.
Donde 𝗦𝗛𝗨𝗡𝗧𝗔𝗥𝗢 𝗖𝗛𝗜𝗦𝗛𝗜𝗬𝗔 evitará enamorarse de la c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Tus ojos susurraron: ¿Nos conocemos?" — Taylor S.
Reiko estaba muy asustada, el mundo acababa de desaparecer y ni siquiera sabía el motivo o razón de un hecho tan extraño como el que estaba viviendo. Las calles donde anteriormente estaba caminando, lucían sombrías y oscuras, como si intentaran adornar un escenario con tintes terroríficos. No hay nadie a su alrededor, nadie al cual pueda preguntar ni siquiera la hora exacta. Y eso en definitiva, no estaba ayudando en lo absoluto con su tranquilidad.
« Solo es una de tus tantas pesadillas »
Se dice así misma, en un intento de mantener la calma.
Aprieta con seguridad su pequeña mochila negra, avanzando por las calles hasta quedar dentro de uno de los tantos locales y, sin poder evitarlo, muerde su labio inferior cuando se da cuenta de lo que hay frente a sus ojos.
Cierra con cuidado, tratando de no hacer mucho ruido.
— Comida. — se susurra, juntando ambas manos.
Va directo a la sección de fideos y luego de bebidas, empaquetando cada una de ellas en un par de bolsas que tendrán por destino, su mochila casi vacía. La noche anterior ni siquiera había probado agua, todo porque se quedó hasta tarde viendo unas películas junto a sus dos únicas amigas. Se había entretenido tanto que ni siquiera probó su cena y ni mucho menos el desayuno. El hecho de que sea independiente no significa que tenga que hacer todo bien, ¿no?
Suspira desde su sitio, a punto de abrir un paquete de fideos.
— Carajo, ¿acaso no pueden hacer nada bien? — la voz de un chico suena de repente, alertándola.
— La maldita puerta estaba trabada.
Reiko se esconde tras unas vitrinas, sintiendo su respiración algo agitada porque aquellos chicos no parecían ser muy amables.
— Solo busca comida y larguémonos.
— ¿Acaso no lo puedes hacer tú mismo? — la voz de una tercera persona se escucha pesada.
— Wow, ¿así le agradecen a la persona que les salvó su miserable pellejo? — suelta una risa, seguido de un empujón. — Parece que no te enseñaron lo que es gratitud.
— Sacrificaste a dos de nuestros amigos, no hiciste una mierda.
— Bien, creo que es hora de que los acompañes.
Reiko muerde una de sus uñas, entrecerrando sus ojos cuando escucha unos golpes que caen en seco contra uno de los stand. Los insultos se tornan cada vez más agrios y las gotas de sangre casi y se pueden ver desde la distancia en donde está.
