CAPÍTULO 1

130 49 41
                                    

                                      •••

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


                                      •••

Me remuevo perezosamente en la cama con los ojos aún cerrados, siento la suave textura de las sábanas bajo mi piel, el sueño se apodera de mí y... dos fuertes golpes impactan contra la puerta de mi habitación haciendo que dé un pequeño salto en la cama.

—¡Zoe!—gritan afuera. —Joder, llegaremos tarde por tu culpa.

Me llevo las manos a la cara para empezar a restregar fuertemente mis ojos.

Me levanto de la cama a paso de tortuga siendo víctima del sueño que no me deja abrir los ojos. Me pongo mis pantuflas de conejo y camino hasta la puerta antes de abrirla lentamente, encontrándome de frente con una figura masculina dos cabezas más alta que yo, el cual me mira con el ceño fruncido.

—¿Que coño quieres?—pregunto con voz ronca y con los ojos entrecerrados.

—Quiero, que muevas tu lindo culo y empieces a hacer las maletas...

—¿Cuáles maletas?—le interrumpo aún adormilada.

—No puede ser...—susurra exasperado, mientras me pasa por un lado entrando a la habitación que se encuentra a oscuras.

Me doy la vuelta viendo como enciende la luz, saca una maleta de mi armario, la abre y la coloca sobre mi cama.

—Date prisa, joder. Que son las 4 AM—mascula en mi dirección.

De pronto, como si me hubiera caído un balde de agua fría encima, abro los ojos de par en par recordando que tenía que madrugar para el viaje...

—¡Mierda, el viaje!—reacciono corriendo hacia el baño.

Me quito la pijama a toda prisa antes de meterme a la ducha, sin darme tiempo de pensar, abro la llave recibiendo el impacto del agua fría sobre mi cabeza, suelto un chillido mientras siento como rápidamente el calor abandona mi piel.

Podría haber muerto por ese cambio tan repentino de temperatura, pero Dios sabe que no puedo morir hoy.

Cepillo mis dientes y unos minutos después entro a mi habitación en la cuál no hay rastro de mi primo Adam. Voy hasta mi montaña de ropa sin doblar y cojo lo primero que me encuentro: leggins verdes cortos, un top de tirantes color amarillo chillón y una sudadera gigante roja.

Sí, una terrible combinación, pero el tiempo corre y no tengo tiempo de estar a la moda.

Me acerco a la maleta en la cama, y sonrío al ver que ya está hecha con la ropa perfectamente doblada.

Te amo, Adam.

Tener a Adam en tu vida sería lo mejor que te podría pasar, y no lo digo porque me ayudó a hacer la maleta. Es el mejor primo del universo; a pesar de que aveces es un poco amargado y sobreprotector.

En algunas ocasiones no lo soporto, pero la verdad lo quiero con todo mi corazón. Cuando estoy triste me hace reír; a pesar de ser una persona que pocas veces hace chistes, y aunque no le gusten las películas de romance soporta casi dos horas en el sofá viendo películas que odia pero que a mí me hacen feliz.

Lo admito, mi vida sin Adam no es vida.

Cierro la maleta y bajo a la sala observando el desastre que hay en el salón.

Maletas, cajas y bolsas por todos lados.

—Oigan, pensé que solo eran vacaciones.— hablo mientras veo a mi tía cargar una enorme caja de cartón.

—Vaya, hasta que la bella durmiente se digna a aparecer.— habla a mi espalda una voz masculina.

Es Austin.

Alias la sanguijuela; mi primo contemporáneo. Es un jodido grano en el culo y se encarga de destruir mi vida cada que puede, es una sanguijuela, un parásito, un demonio por dónde se le mire, pero así lo quiero y no lo cambiaría por nada.

—Tú cállate.—escupo sacándole el dedo corazón mientras que mi tía está de espaldas.

—Que grosera, primita, voy a tener que decirle a Jaxon que te dé unos cuantos azotes.— susurra, haciendo que mire a todos lados revisando que nadie haya oído.

—Vete a la mierda Austin.

Escucho como se ríe detrás de mí mientras salgo de la casa.

Es de madrugada, el cielo aún está oscuro y una leve brisa hace que los pelos se me pongan de punta.

Veo a mi tía en la acera metiendo las cajas en el maletero de la camioneta y me acerco a ayudarla.

—¿Por qué tantas cajas y bolsas?—pregunto, mientras tomo un lado de la caja para subirla.

— Son cosas viejas que Adeline tenía en el sótano y, ahora que vamos de vacaciones a su casa me dijo que se las llevara.

La tía Adeline, es hermana de papá y vive en un pueblo pesquero bastante lejos de la ciudad, en estas vacaciones mi tía Aline— también hermana de papá— decidió que ese sería nuestro destino este verano; agua, sol, arena y tiempo en familia.

Al principio la idea no me pareció atractiva, más porque no quería pasar todo el verano lejos de Jaxon, pero luego decidí ser positiva y pensé que, un poco de bronceado en mi piel paliducha y un cambio de aires me haría bien.

—Dile a Adam que traiga lo que falta, que se nos está haciendo tarde y la idea es llegar antes del almuerzo.— ordena mi tía.

Asiento y corro dentro de la casa. Localizo a Adam junto a Austin en el salón y le doy las indicaciones de su mamá. Nos apresuramos a terminar de subir todo y media hora después estamos en carretera.

Mi tía al volante, Adam de copiloto, y la sanguijuela y yo en el asiento trasero.

Pego la frente a la ventana y cierro los ojos.

Verano, ahí te voy.

•••

Nota de autor:

¡Holis!

Bueno, no sé muy bien que escribir aquí jaja, tenía muchas cosas que decir y ahora estoy en blanco.

En fin, por acá les dejo el primer capítulo de esta historia, en la cual me estoy esforzando mucho.

¡Gracias por leer!

UN VERANO A TU LADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora