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Bae había logrado estudiar un poco en la mañana ya que el hotel no le había demandado mucho trabajo, los inquilinos estaban bastante tranquilos. Siendo las doce del mediodía bajan a comer algunos, los horarios para el almuerzo eran de doce a dos y media de la tarde. Ella salió de su lugar de estudio que era en la cocina pero un cuartito más atrás, era tranquilo y le ayudaba bastante las paredes blancas porque solía dibujar en su mente en ellas lo que estudiaba o iba memorizando.

—Bae es hora, están llegando a comer.—avisó su abuelo. Asintió y comenzó a acercarse a las mesas para consultar que quisieran comer del menú de hoy.
El día pasó y ella volvió a estudiar un poco más pero esta vez, en la recepción. Siendo las nueve de la noche varios inquilinos ya habían cenado, mayormente eran los que trabajan muy temprano en la mañana.— ¿Cómo vas con el estudio? ¿Cuándo tienes el examen final?—preguntó su abuelo amablemente. Ella le sonrió a lo grande.

—Voy bien, pero puedo ir mejor solo me falta más concentración.

—Yo creo que tú estudias mucho y eso te va a dar resultados hermosos y podrás ser enfermera, como tu madre.—Bae le sonrió enternecida, a veces pensaba que haría sin su abuelo y deseaba con su corazón que aquella enfermedad lo dejara en paz pronto.

—Gracias abuelo, y, el exámen es en dos meses. Pero hago todo lo posible por saberlo todo y bien reforzado.—lo abrazó sin aguantar, lo amaba. El hombre le correspondió acariciando su cabello tal como cuando era pequeña y la ayudaba a dormir.

El sonido de la campana de la puerta los separó y vieron como entraba un huésped y se sentó en una mesa solo.— Atiendelo hija, iré a acostarme, mis pies ya no aguantan más.—Bae selló sus labios comprensiva y con un poco de pena por eso.

—Ve a descansar no te preocupes, yo me hago cargo de todo.—lo dejó ir, entonces se acercó al muchacho. Se había dado cuenta que era el inquilino de la habitación número 13 y era raro, porque él no solía comer dentro, ni siquiera aparecía seguido. Cuando se acercó se puso nerviosa repentinamente, su semblante serio era algo inquietante.— Buenas noches, ¿que va a desear?—preguntó siendo educada porque sabía que era mayor seguramente, aunque su apariencia se veía muy joven.

Él simplemente miró el menú en medio de la mesa y señaló con su dedo. Bae lo anotó mentalmente entonces, pero le dió curiosidad porque ella nunca lo escuchó hablar pero su abuelo sí.— Muy bien, lo traigo enseguida.—dijo alejándose sintiendo posiblemente su mirada en su nuca. Pidió en la cocina un plato de lo que había pedido y mientras lo hacían, Bae estaba haciendo más cosas cuando sentía una mirada pesada, realmente era pesada haciendo que su cuerpo quisiera quedarse quieto, trató de ignorarlo pero chocó su mirada con el pelinegro, misterioso ahora para ella.

—¡Plato listo!—avisaron. Pegó un brinco al escuchar, dejó de pensar tonterías y agarró el plato para dárselo a él, con nervios.

—Aquí tiene.

No dijo mucho, nada. Bae se alejó y ese fue el único contacto que tuvo con él, su mirada oscura por aquellos ojos, y su silencio.

HOTEL ✓  park.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora