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— Baji, vamos es mi primer día en la escuela.

— Oye, que te hayas mudado en el piso de abajo porque tu primo sigue en el reformatorio y no quieres estar con tus tíos no significa que tengas que venir a despertarme en tu primer día de clase. — Habló el pelinegro. — Es el tuyo, no el mío.

— Ya, pero quiero hacerlo. — Hizo una pausa. — Un momento, ¿por qué tienes esas pintas? — Baji estaba vestido con el uniforme, su pelo en una coleta y llevaba gafas.

— No quiero hacer llorar a mi madre, otra vez, por mis malas notas.

— No tienes remedio, Baji. — Se empezó a reír.

— ¡¿No que querías llegar temprano tu primer día?! Anda, tira. — Empujó a su amigo.

Time skip.

— ¿Qué intentas escribir?

— ¿Eh? — El moreno abrió sus ojos después de haberse tomado una pequeña siesta.

— Tora.

— No se escribe así. — Agarró el bolígrafo y escribió.

— Rubio. — Se acomodó en la silla. — ¿Quién eres?

— Chifuyu Matsuno.

— Ah.

— Él es Ryo Hayashi, es un total idiota.

— ¡No me hables así, piromano!

— ¡Si tu también disfrutas de quemar papeleras, cabrón!

— ¡Mentira! — Le sacó la lengua.

Time skip

Después de que los dos adolescentes salvaran al rubio de una pandilla que le atacaba, fueron al apartamento de Baji a comer.

— Hola, señora Baji. — Habló el del mullet.

— ¿Qué tal Ryo?

— Bien, señora, hoy, su hijo y un servidor, salvamos a este agradable sujeto de unos pandilleros. — Pasó su brazo alrededor de los hombros de Chifuyu. — Resulta que vive en el primero.

Llegando a la habitación del pelinegro el de mechas rubias se tropezo. — ¡Baji, ayúdame! — Dramatizó. — ¡Estoy inválido!

— No. — Dicho esto entró en su habitación.

— Gracias. — Le sonrió a Chifuyu, cuando este le ayudó a levantarse.

— No te pongas la máscara de amable Ryo, que no lo eres.

— Baji, mi rey, que no sea amable contigo no significa que no lo sea con otras personas. — El pelinegro sonrió.

— Lo que sea. — Rechistó. — Ahora comamos.

— Pueden comer ustedes, yo no tengo hambre. — Habló el ojiverde.

— No te preocupes, Chifuyu. — El del mullet se acercó a este y le pegó unas palmaditas en la espalda. — Podemos compartir, además, no sé si te das cuenta pero hace nada te sonaron las tripas. — El rubio enrojeció. — Seguro que tienes hambre.

Time skip.

— ¿Hace cuánto se conocen ustedes? — Preguntó Chifuyu.

— No me acuerdo. — El de mechas amarillas sonrió. — ¿Hace cuánto, Keisuke?

— No me llames por mi nombre, suena raro. — Miró con cara de asco al chico. — Pues cuando conocí a tu primo en su cumpleaños, ¿hace dos años? — Habló inseguro.

— Es que se ven como amigos muy cercanos.

— Nos lo suelen decir. — Habló el pelinegro. — Y dime, Chifuyu, ¿cuántos años tienes?

— 12.

— Ah, vale. — Dijo sin importancia. — ¡Hey! — Se quejó cuando Baji le pegó en la nuca. — Es que quería saber si era tan retrasado como para repetir, como tú. — Esta vez el chico había esquivado el golpe que le iba a dar su amigo.

— ¿Cuántos años tienen ustedes, Baji-san y Hayashi-san?

— Yo 12. — Sonrió burlonamente. — Y ese perro negro de ahí, 13. El gilipollas repitió. — Esquivó a su amigo. — Bueno, Chifuyu, se está haciendo tarde. Te acompaño a casa.

— No hace falta, yo viv‐

— Adiós Baji. — Agarró del brazo al rubio, agarró las cosas de los dos y se marchó de la habitación. — Adiós señora Baji, se está haciendo tarde y tenemos que volver a casa. — Se despidió y salió del apartamento.

— Per-

— Shh, calladito. — Le extendió su mochila. — Ten y vete directito para casa. — Le miró seriamente, casi como si fuera a asesinarle. — ¡Hasta mañana, Chifuyu! — Habló con una sonrisa para luego empezar a bajar las escaleras.

— ¡Espera, Hayashi-san! — El rubio corrió detrás de él hasta alcanzarle.

— ¿Sí?

— ¿Puedo ir mañana con usted y Baji-san a la escuela?

— Hmm, quizás sí, quizás no. ¿Quién sabe? — Sonrió burlón y sacó las llaves de su apartamento del bolsillo del pantalón. — Sé donde vives, si eso ya te voy a buscar, no te preocupes, Chifuyu. — Dicho esto abrió la puerta de su apartamento y entró.

Se cambió de ropa y se puso a hacer la tarea. Después de una hora y media la había acabado.

— A ver que ceno. — Dijo abriendo su nevera, de repente sonó el timbre. — ¿Quién será? — Fue hacia la puerta y la abrió.

— Hayashi-san, a mi madre le gustaría que viniera a cenar con nosotros. — Habló el rubio algo tímido.

— Bien, un momento. — Fue a ponerse las botas. — Ya estoy. — Dijo con su celular en la mano y cerrando la puerta. — Dime Chifuyu.

— ¿Sí, Hayashi-san?

— ¿Tienes pareja?

— No.

— Probablemente es porque eres adorable y un señorito amable, a las chicas les gustan más los chicos rudos.

— ¿Usted tiene pareja, Hayashi-san?

— Puede decirse que sí. — Habló rodeando el hombro de Chifuyu con sus brazos. — Ella es mayor que yo, pero lo que importa es el amor que hay entre nosotros.

— Ahh. — Abrió la puerta de su apartamento. — Mamá, ya estamos aquí.

— Hola, Hayashi-chan. — Saludó la madre del rubio. — Que sorpresa, no sabía que eras tú de quién hablaba mi hijo.

— No se preocupe señora Matsuno. — Le dió unas palmaditas a Chifuyu en la espalda.

— La cena ya le queda poco, esperad en tú habitación, Chifuyu.

— Sí, mamá. — Guió al del mullet a su habitación. — Peke J, ¿qué tal? — Se agachó para acariciar al felino.

— Que lindo. — Agarró al gato y lo acercó a su pecho. — ¿Peke J?

— Sí.

— Que lindo que eres pequeño gatito. — Acarició al gato.

— Al parecer le caes bien.

— Pues deber ser al primer gato que le caigo bien. — Acarició detrás de las orejas del minino.

Time skip.

— Chifuyu, acompaña a Hayashi-chan a su departamento.

— No hace falta, señora Matsuno.

— Sí, mamá. — Se giró y miró al pelinegro. — Vamos, Hayashi-san. — El nombrado le siguió sin rechistar.
































































Palabras: 963

¿Amigos? // Chifuyu MatsunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora