El partido entre Argentina y Francia había llegado, un enfrentamiento que tenía al mundo entero al borde de sus asientos. Desde el pitido inicial, la tensión era palpable, y para Valentina, cada segundo se sentía como una eternidad.
El primer tiempo fue un torbellino de emociones. La euforia inundaba el estadio con cada avance argentino, mientras los hinchas celebraban con pasión desbordante. Valentina vivió esos minutos entre gritos, saltos y abrazos con desconocidos, celebrando los goles con tal intensidad que, en medio de la euforia, recibió más de un golpe accidental de la hinchada. Pero nada le importaba; estaban ganando, y eso era lo único que contaba.
Sin embargo, el segundo tiempo la golpeó de una manera diferente. Sentada en una camilla de la enfermería, la emoción del partido era una especie de consuelo amargo. Cada vez que escuchaba los rugidos de la multitud, su corazón latía más rápido, una mezcla de ansiedad y esperanza luchando dentro de ella. La atajada de Emiliano en los últimos minutos, deteniendo un gol seguro de los franceses, fue un momento que la dejó sin aliento. Se aferró a la camilla, sintiendo que su corazón quería salirse del pecho. Ese hombre acababa de salvar a todo un país.
El giro más dramático ocurrió cuando Francia anotó su segundo gol. Valentina sintió cómo la presión le bajaba de golpe. Su vista se nubló, y el mundo a su alrededor se volvió un borrón de colores y sonidos lejanos. Fue en ese momento que Celeste, la mujer de su hermano, la agarró justo a tiempo, evitando que cayera al suelo. Para cuando volvió a abrir los ojos, ya estaba en la enfermería, con un médico tomándole la presión y una fría compresa en la frente.
—No lo puedo creer... —se quejó, su voz apenas un susurro mientras la frustración y la impotencia la invadían.
—Jaja, la tía es re débil —se burló Morena, su sobrina, con una sonrisa pícara mientras se reía de ella—. Papá se le va a cagar de risa cuando se entere.
Valentina la fulminó con la mirada, su frustración mezclándose con un leve toque de diversión ante la descarada honestidad de la niña.
—Que pendeja de mierda... —murmuró para sí misma, tratando de no reírse también—. Celes, volvé a la cancha y disfrutá. Yo voy a estar bien. Prefiero verlo desde acá, más tranquila.
—¿Segura? —Celeste la miró con preocupación, dudando si debía dejarla sola.
—Sí, boluda. No te pierdas el partido en vivo por mí. Dale, andate.
Finalmente, Celeste cedió al pedido de Valentina. Con un apretón de manos y una sonrisa reconfortante, agarró a sus hijos y salió rápidamente de la sala de emergencias, dejándola sola con la televisión que seguía transmitiendo el partido.
Valentina respiró hondo, tratando de calmarse mientras las cámaras enfocaban a los jugadores en la cancha. La realidad la golpeó cuando vio el anuncio de que el partido se definiría por penales. Su corazón se detuvo un segundo, y sintió que la vida se le escapaba. Era exagerada, lo sabía, pero en ese momento no le importaba. Se concentró en enviar buenas energías, cerrando los ojos por un instante y repitiendo para sí misma que la copa sería de Argentina, a pesar de todo.
Con cada penal, Valentina gritaba como si su vida dependiera de ello, canalizando todas sus emociones en esos instantes cruciales. Hacía cuernitos a la pantalla cada vez que era el turno de un jugador francés, como si de alguna manera mística pudiera frustrar sus intentos. Su corazón latía con fuerza, la adrenalina corriendo por sus venas mientras observaba a Montiel prepararse para el tiro final.
Las palabras del comentarista resonaron en su mente, casi como un eco lejano pero al mismo tiempo intensamente presente.
"Y ese es Montiel. Somos todos Montiel. Gonzalo, vamos. MONTIEL AL ARCO Y... GOOOOOOOOL."
ESTÁS LEYENDO
loved you first - dibu martinez
FanfictionValentina estaba en Qatar disfrutando de ver la victoria de Argentina tras pasar a finales después de jugar con Croacia, pero una llamada de su novio le arruina la diversión por completo. Las miles de emociones que siente la llevan a confundirse, no...