El nacimiento de una hembra hizo temblar a los habitantes de ese castillo que veían con temor el pequeño ser en brazos de su madre. Ella veía a todos con un pánico indescriptible, sabían muy bien que ese hijo pertenecía al mismo diablo que con algo de tardanza llegó al lugar.
El cielo se arropó de un manto de nubes grises y el tiempo se congeló haciendo que varias personas sufrieran de escalofríos. Ni siquiera la tierra superior admiraba la llegada de ese ser de tierras bajas.- ¡Ya ha nacido! - celebró el demonio con voz gruesa. Todos voltearon a ver al temible hombre de tez perfecta detrás de ellos - ¿por qué me ven con tanto miedo?
- Es porque eres el diablo - dijo alguien desde atrás de la sala gigante. La cara del hombre allí se oscureció.
- ¿Me has llamado "diablo"? - caminó haciendo resonar los tacones de sus hermosos zapatos negros - me llamo Lucifer, no "diablo" - su voz salió firme. Los vellos en los brazos de todos se erizaron al ver aquellos ojos tan rojos - ahora, estoy pensando en llevar a mi hija conmigo.
- Lucifer - la reina habló. Varios jadearon por el nombre dicho por esa mujer con niña en brazos - por favor, déjenme con el...
No tardaron nada para que la habitación quedara hundida en el silencio. Solo eran ellos tres dentro de esta. Hacía frío a pesar de la hora tan temprana que era. Todo era culpa de el.
- ¿No dejara que me la lleve? - empezó el. Ella lo miró con algo de suplica y después miró a la bebé en sus brazos que ni siquiera sus ojos había abierto - es mi hija después de todo.
- Es de ambos, Lucifer - el vio a otro lado - ¿ella es totalmente humana?
- Nada de eso - Lucifer volvió a la mujer con una sonrisa - ni siquiera es un demonio como yo - la reina frunció el ceño incapaz de entender las palabras del demonio al frente - he visto... cosas.
- ¿Que clase de cosas?
La habitación se lleno de tristeza, nostalgia. La señora no sabía porque se sentía así o tal vez ya lo estaba suponiendo. Su hija era una bestia.
- Ella es inmortal - el habló rompiendo el hielo - o eso creo... ella tiene una debilidad como yo - suspiró - y como muchos. Pero... ella es muy fuerte.
- ¿Que tratas de decir?
- Que si la dejaré quedarse contigo, sin embargo, será conocedora de mi, de mi historia y seré llamado "padre" de su parte - ella se sentía repentinamente feliz. Se quedaría con su hija - mientras vaya creciendo... sabrás que clase de cosa es - cosa. Pensó. El se levantó del asiento en donde se encontraba y miró a la bebé que ya empezaba a abrir los ojos. Tal y como el ya lo sabía, ojos tan rojos como la sangre, hermosos rubí decorando aquella tierna cara de regordetes mejillas - cuídate, si puedes.
Antes de que la reina pudiera decir algo, el desapareció solo dejando una fuerte brisa en el cuarto. Muchos ya hubieran matado a aquella mujer por aliarse con el diablo, pero nadie era capaz de hablar por miedo.
La madre vio con temor a aquella niña de ojos rojos y creyó que lo mejor sería saber que era antes de morir por causa de su propia sangre.
Muchos días después cuando por fin podía estar de pie, fue directo a una bruja con la hermosa bebé en brazos. A través del bosque con un carruaje y torpes caballos. Llegó después de dos días a una cabaña tan pequeña, parecida a un cuarto de escobas. Bajó del carruaje y en ese instante el cielo rugió enfadado por sacar a tal demonio a las afueras, a la presencia de Zeus. Caminó lentamente a la puerta de la muy pequeña casa y con un puño indeciso fue capaz de tocarla.
La puerta se abrió chillando y mostrando unas escaleras yendo hacia abajo, entonces su saliva pasó grueso por su garganta y el reflejo de cubrir más a su hija fue automático.