- ¿Ir a la universidad? - preguntó Lisa incomoda en el asiento del copiloto. Jisoo, que estaba manejando la asesinó con la mirada.
- Si. Nada de conocer a la morena en fiestas o esas cosas estúpidas - explicó - tampoco besos para que te olvide, lo que tenga que pasar desde ahora pasará sin que tu uses la maldición a tu favor - Lisa rodó los ojos. Era divertido hacer el "borró cassete" con algunas chicas con las que estuvo antes - por lo menos no en Jennie - sonrío. Jisoo hizo una pausa - puedes follar y besar a quien quieras, de todas formas va a amanecer con dolores de piernas y pensara que cogio con un cualquiera, lo normal.
- Si, si. Genial. Ahora ¿que puta mierda estudiaré? - Lisa estaba estresada realmente con todo el tema de la maldición.
- Lo mismo que ella. Tienes años, miles de años realmente, dibujando y se te da muy bien. Eres inteligente y nada, pasaras normal todo. Será fácil.
- Bien - abrió la puerta del auto y dudo por varios segundos si bajar o no. Volteó a ver a Jisoo - Jisoo, si lo pienso mejor, he vivido con esta maldición durante dos mil años, puedo soportarlo, no es que me haya enamorado de alguien a quien no puedo besar y...- Se detuvo cuando notó el agresivo rostro de Jisoo - bien, bien.
Termino bajando del auto con un pequeño bolso en su espalda. Si, en parte quería deshacerse de esa maldición, queríaser capaz de enamorarse sin que la chica no la recuerde porque simplemente la besó. Para eso estaba Jennie ahora. Ella la ayudaría a romper el pergamino donde estaba esa maldicion escrita y listo, maldición fuera.
Entro al lugar. Mucha gente se le quedó viendo. Creyó que era por su belleza algo sobrehumana y si, era por eso, nadie podía ver sus ojos rojos de todas formas, a menos que sea la persona elegida para romper el pergamino que contiene la maldición.
A lo lejos vio a Jennie y casi grita su nombre pero se supone que no se conocen y que ella es una mortal super normal que no ha vivido cinco mil años en la tierra. Suspiró y solo se acercó lentamente a la chica que hablaba animadamente con una japonesa, Lisa frunció el ceño al ver a esa chica. Hija de Afrodita, muy claro estaba. Harmonia.
- Hola, disculpen ¿esta es la primera clase de... diseño de moda? - Jennie volteó con una sonrisa y la miró durante varios segundos analizando sus ojos rojos. ¿Era normal aquello?
- Así es. La clase está cancelada por hoy ¿Eres nueva? - le dijo. Quería preguntarle más cosas como "¿son reales? ¿Es una enfermedad?" Pero sería maleducada.
- Así es - dijo inocente. Vaya engaño. "Me las vas a pagar, Zeus" pensó Lisa.
- Genial, yo soy Jennie y mi amiga que babea por ti, es Sana - Lisa río un poco y tomó la mano de Jennie que estaba siendo extendida.
- Lalisa, puedes solo decirme Lisa.
- Bien, Lisa - dijo Sana. Las chicas se soltaron de las manos - ¿quieres ir con nosotras a la biblioteca? Siempre vamos allí cuando alguna clase es suspendida.
- Claro - sonrió algo falsa.
Una biblioteca, aburrido. No había lugar en la tierra que describiera lo aburridas que le parecían las bibliotecas a Lisa. ¿Como no? Conoció al mismísimo William Shakespeare y ayudó en una de sus obras. Ese viejo bastardo si que la hizo aprender cosas que no le importaban del todo.
Cuando llegaron allá Lisa pudo sentir un olor muy familiar, una sangre ya seca y muy, pero muy antigua, sin embargo, era reconocida en cualquier lado; su madre. Siguió aquel aroma hasta que quedó delante de un libro anticuado forrado de cuero.
- Ese libro lo vi hace un tiempo aquí - dijo Jennie sacándola de sus pensamientos. Ella sonrió y asintió - esta en otro idioma al que apenas entiendo.