Los estruendos en el cielo eran fuertes. Mientras los humanos creían que se avecinaba una fuerte tormenta, los seres inmortales sabían de que se trataba.
Jennie apareció dentro del Olimpo junto a Jisoo y todos las miraron preocupados. ¿Que hacía la mortal en ese lugar? ¿Como era capaz de mantenerse aún de pie con tanto poder al rededor? Esas preguntas fueron contestadas cuando vieron la espalda de Jennie resplandecer. No era humana.
— ¿Que haces aquí con jennie? — preguntó Hathor. Jennie la vio con impresión.
— ¡¿Dahyun?! — ella había visto a muchas personas pero no pudo ver sus caras con total apreciación — ¡¿Papá?!
— H-hola, hija — le habló tímido Hefesto que, después de todo, había agarrado cariño a esa pequeña ¿Quien no? La había criado durante diecinueve años y eso no era nada para el, pero fue importante.
— Espera ¿no eres la chica tailandesa... Becky? — ella asintió — ¿Cuantas personas más son... dioses?
— Muchas — contesto Freen. Jennie se sentía engañada por una parte pero, lo entendía. — ahora ¿que haces aquí?
— Vine por Lisa, ella no morira por mi. No lo permitiré.
— Ahora mismo Zeus y Artemisa están afuera pero, no han podido hacer nada. La pelea cada vez es peor. Hay que agradecer que es muy lejos de aquí.
— Tengo que ir con Lisa — Jisoo tomó su brazo.
— Nada de eso, pequeña. Ella luchará digas lo que digas. Créeme.
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Fuera del Olimpo estaban peleando tres grandes contra un titan poderoso. Urano había herido gravemente a Artemisa, sin embargo, esta no dejaba la pelea.
Ni siquiera se podía describir como era aquella pelea de dioses. Habían rayos, fuertes golpes, bolas de fuego, flechas. De todo.
Las alas de Lisa estaban heridas y muy poco la ayudaban a mantenerse en el cielo. Pero seguía peleando.
— ¡Demonios! — se quejó Artemisa y Lisa se distrajo para verla.
Estaba tirada en el suelo con una grave herida en el pecho. Sabía que no se iba a morir pero la herida dolía de todas formas. Se apresuró a ella y como pudo, obligó a sus alas a andar hasta el Olimpo. No tenía fuerzas para aparecer en el lugar. Las alas le estaban fallando pero vio la puerta abierta desde las alturas y cayó en picada hasta quedar en el medio de la gran sala mientras cubría a Rosé de la caída con su cuerpo y alas.
Jennie vio la escena con terror. Las alas de Lisa no la espantaba tanto como la herida del pecho de su mejor amiga. Lisa también estaba muy herida.
— Zeus, esta afuera solo — Hades y Poseídon salieron de forma inmediata. Lisa vio a Jennie que parecía estar mejor — ¿Que haces aquí?
— vine por ti — se acercó a Lisa mientras Apolo se acercaba a su hermana para curarla — Lisa... ya no luches.
— tengo que... si el tiene los libros, yo estaré bajo su dominio — suspiró — quedan siente días para que puedas romper el pergamino ¿no? No quiero que tu sacrificio sea en vano, no quiero ser princionera de ese maldito. ¿Como llegaste aquí?
— Con ayuda de Jisoo — Apolo se acercó a Lisa para ver sus alas — es bastante hermoso — susurró pero el hombre escuchó y sonrió.
— igual que tu, pequeña hija — su voz era delgada y sus rasgos afeminados. Ningún dios era realmente como los describían en esos libros antiguos.
Las horas pasaban y todo parecía estar cada vez peor. Sabían que si los tres originales no podían contra Urano, menos iban a poder los demás.
— ¿Porqué no van todos? ¿Quien es ese maldito?