SOMBRAS DEL PASADO (Katekyo Hitman Reborn) (Yaoi18+)

Buscándote.

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Capítulo siete.

Se encontraba corriendo a las orillas de Namimori buscando al maldito herbívoro que había osado traspasar su territorio golpeando a unos de sus subordinados dejándolos hospitalizados en cuidados intensivos, odiaba que se metieran en sus dominios, pero por más que usaba a toda su gente no lograba localizar a la persona y se estaba frustrando, ya que se acercaba la hora en la que el herbívoro se levantaba para prepararse para ir a la escuela...

No iba a negarlo, se le había hecho un mal habito vigilarlo a todas horas, cuando se levantaba disfrutaba verlo vestirse con una timidez impresionante, como caminaba entusiasmado a la escuela, pero al pisarla su seguridad se iba por un tubo y trataba de no llamar demasiado la atención, la torpeza con la cual se movía por todos lados, su gran facilidad para desesperar a los tutores que él se encargaba de conseguirle para ayudarlo con sus notas, como caminaba exhausto a casa, como cenaba tranquilamente con su madre, como maldecía la ausencia de su padre; todos y cada uno de sus movimientos los vigilaba lo mejor posible, pero lo que más le llamaba la atención es que el herbívoro siempre sabía desde donde lo observaba, siempre que estaba cerca el herbívoro parecía poder encontrarlo, por breves segundos incluso llegaba a pensar que lo veía a los ojos, esa era la parte que más lo hipnotizaba ¿Cómo rayos lo hacía?

- Kyo – san... hable con Yamamoto... perdió de vista a Tsunayoshi hoy por la mañana – Kyouya se frenó de golpe, para voltear y matar a Kusakabe.

- ¿Cómo que lo perdió de vista? – preguntó Hibari mientras levantaba sus tonfas listo para matar, había descubierto que 3 personas en total caminaban a diario por el mismo rumbo que su herbívoro hacia la escuela y los había amenazado para que cuidaran de él en lo que salía a buscar a su presa.

- Bu... bu... bueno... dice Yamamoto que cuando iba a pasar por él a su casa, Nana – san dijo que ya había salido sin desayunar hacia la escuela, 1 hora antes de lo usual, incluso Ryohei dice que no lo vio en su maratón matutino – Hibari sintió que un yunque le caía en el estómago...

- Maldición... - Kyouya se sentía frustrado ¿Por qué rayos había salido así de su casa? ¿Por qué no lo había esperado? – te dejo todo aquí, si no me traes la cabeza del herbívoro que interfiere en mis dominios te morderé hasta la muerte, recuerda que ya te tengo en la mira por perderlo de vista – y así dio la vuelta para ir en busca de ese maldito herbívoro con pedigree de categoría Premium.

Si había que ser sinceros desde que había empezado con el mar de hormonas de la adolescencia se había vuelto un problema estar de frente a su herbívoro, por eso siempre buscaba evitarlo, incluso una vez había salido por la ventana al verlo delante de su puerta, él no se creía capaz de poder contenerse si lo tenía demasiado cerca, de solo recordar el día que lo había mordido para marcarlo como su propiedad le hacía entrar en un estado de excitación que le era difícil de controlar.

Y ahora el simple hecho de pensar que el herbívoro andaba por ahí sin protección le ponía los nervios de punta y sentía que debía encontrarlo lo antes posible, algo no le agradaba de esa situación de saber que el herbívoro era así de escurridizo hubiera dejado que Kusakabe se quedara en su casa y lo cuidara todo el día, se había confiado demasiado debía encontrarlo rápido.

Primero llegó a la casa del herbívoro y vio a su madre desayunando sola, luego paso por los mismo lugares de todos los días y al parecer nadie lo había visto esa mañana al llegar a la escuela todos lo vieron con miedo y tomó a la primera víctima que se puso en su camino, si no le sabía contestar acabaría molido a golpes.

- ¿Has visto a Sawada Tsunayoshi? – todos quedaron de piedra, ¿ahora que había hecho ese Dame para enojar de esa manera al Demonio de Namimori?

- Yo... yo... - el chico no sabía cómo reaccionar, jamás había estado tan cerca de la muerte y mucho menos pensó que la vería a la cara esa mañana.

- Tienes 2 segundo para responder o te morderé hasta la muerte – el chico palideció.

- Sí, fuera de tu oficina sentado - Hibari respiro un poco más tranquilo, el herbívoro no lo había visto y lo había ido a buscar era listo – hablaba con Masato - sempai – al terminar la oración el enojo de Hibari incremento a niveles estratosférico, así que de un golpe le rompió 3 costillas al pobre chico que ni culpa tenía.

Corrió a su sala de reunión a buscar a su herbívoro y al otro parasito que había osado en desobedecer sus reglas, se lo había advertido, lo había sentenciado, si le ponía un dedo encima a su herbívoro era hombre muerto.

Iba lo más rápido que podía hacia su oficina, de la cual se había adueñado desde que había llegado a la preparatoria de Namimori, siempre había buscado un lugar privado para que nadie lo molestara y esa sala quedaba perfectamente en un rincón olvidado de la escuela y además sabiendo que era suya nadie se atrevía a molestarlo.

Al llegar a ese lugar lo vio completamente vacío, no había nadie, entonces tuvo un mal presentimiento ¿Dónde estaba? ¿debía esperarlo hasta que él llegara?, entonces abrió la puerta y esperanzado en que se hubiera resguardado en su oficina, pero no había absolutamente nada ¿Dónde rayos estaban?

Así salió y volvió a agarrar cualquier estudiante que se encontró en el camino

- ¿Has visto a Sawada Tsunayoshi? – el chico tembló de miedo y negó con la cabeza.

Así Hibari decidió subir a la azotea y vigilar toda la escuela desde el lugar más alto que le daba el privilegio de poder ver todos los rincones de la escuela y así poder encontrar más rápido a su herbívoro. Caminó lo más rápido posible y toda la gente se quitaba a su paso, para no hacerlo enojar más de lo que ya estaba y por el show que había montado en la entrada, el chico que buscaba estaba más que muerto una vez apareciera en la escuela.

Así subió las escaleras a la azotea al abrir la puerta encontró a su herbívoro eso lo ponía de buenas, pero al ver lo que hablaba con el imbécil de Masato sonrió, él le enseñaría a ese renacuajo que no debía meterse con sus cosas.

Continuara...