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MI SEGUNDA REALIDAD DESEADA:

THE BOY/EL NIÑO

Yo no sé en qué momento creí que esto era una buena idea.

Claro, en mi realidad original esa realidad era re fácil, hacía el método del sueño lúcido, puesto que me enfoqué muchísimo en aprender a como tener uno la vez que yo quisiera, y listo.

Pues no, no estaba nada listo.

Cuando yo vi a ese muñeco casi me muero en ese mismo instante.

Era horrible.

Debido a que fui después que Greta, lo habían arreglado y se veía diez veces más feo. Y los padres de Brahms ni te cuento, se veían re serios y hasta parecían robots.

Eso daba miedo.

Cuando se fueron, casi que les digo que me llevarán con ellos escondida en el maletero, pero me aguante.

Yo quería conocer a mi gusto culposo de la infancia y lo iba a conocer.

Tiré al pobre muñeco, el cual no tenía la culpa de nada, en una silla y al igual que Greta lo cubrí con una manta porque realmente daba miedo, y me olvidé por completo de su existencia.

Los primeros días solamente escuchaba pasos y las cosas aparecían en otros lugares, mi ropa desaparecía de vez en cuando y me sentía observada, demasiado diría yo.

Al séptimo día me cansé del juego del gato y el ratón, quería verlo de frente y enfrentarme a él. Las cosas que sucedían a mi alrededor ya sobrepasaban mis límites y debía hacer algo al respecto.

Así que decidí que lo mejor que pude hacer, es hacerle enojar.

No se porque, pero sentía que esa era la única forma de que Brahms Heelshire saliera de esas paredes viejas y polvorientas.

Sinceramente no recuerdo muy bien las palabras que utilicé, tan solo le dije lo que sabía: que él estaba allí.

En ese momento me pareció una idea fantástica, pero luego de verle salir de entre las paredes evitando que pudiera salir de la cocina, me sentí una completa idiota.

¿Moriría asesinada por ese hombre? No lo sabía.

Era muy alto, traía consigo esa máscara tan característica de él, se notaba que la habían roto y el mismo la había reparado.

Solo se quedó allí, observándome durante varios minutos en silencio.

Al final no fui asesinada, pero el tenerlo cerca de esa forma podía considerarse una tortura.

Debía seguir al pie de la letra las reglas del muñeco Brahms, incluso aunque sabía que no era alguien real.

No me permitía salir de la mansión y en caso de hacerlo, él hacía un escandalo creyendo que me escape o algo así, por lo que mis salidas al pueblo fueron descartadas y si quería salir al jardín debía ser con su compañía.

Con el paso del tiempo comenzamos a llevarnos mejor. Parecíamos una pareja de ancianos, aunque he de admitir que mi pareja parecía de esos bipolares y cascarrabias.

De igual forma poco a poco se había ganado mi corazón y no podía negar aquello. A veces solía prepararme tecitos, me arropaba en las noches y solía leerme cuando no podía dormir.

Lo malo era que algunos días el sonido del piano a las tantas de la madrugada me despertaban, además de las veces que me asustaba saliendo de algún rincón debido a sus escondites, o cuando lo regañaba por espiarme.

Mi relación con Brahms era extraña, pero no podía quejarme, después de todo yo estaba allí por voluntad propia.

Cuando se cumplió el tiempo en mi realidad deseada, murmuré mi palabra clave y me volví a mi realidad original.

De vez en cuando suelo ir a verle, cuando lo extraño demasiado, pero por cortos periodos de tiempo que no pasan de una semana.

He de admitir, que Brahms Heelshire tenía sus encantos.

Y yo había caído en ellos.

Y yo había caído en ellos

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Nati entre realidades (Shifting)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora