deseo que me inviten a sentarme, que me inviten a un trago para yo contestarles que no tomo, al menos que sea vino, para luego me vean con una sonrisa y me digan que tienen una botella.
yo entre tímidas miradas me acerco y me siento, en cuanto lo hago se siente una calidez indescriptible, como un tipo de beso en la mejilla en forma de cobija ¿así se siente?
empezamos un tipo de conversación que al principio yo trataba de ocultar con miradas lo que quería decir, porque mis ojos hablaban más que cualquier cosa, pero con el trayecto del tiempo hablé hasta por donde es imposible hacerlo.el chico de bonita sonrisa contaba chistes malísimos pero por alguna razón no dejaba de reírme, todos me incluían, me miraban, me sentían, era como ser visible ante ojos ciegos.
entre palabras, sonrisas y bostezos llegó el anochecer en forma de cielo con unas bonitas pecas, contempladas por todos nosotros por primera vez se sintieron acompañadas, ellas y yo.
conversaciones a simple vista tontas fueron mi tan buscada felicidad y entre tragos quedamos rendidos ante la euforia de estar vivos, nos olvidamos que existía el tiempo, la gente, solo éramos nosotros y el universo, era un tipo de soledad que no se sentía mal, era reconfortante. con este sentimiento me quedé dormida, pero no soñé, no soñamos, porque ya estamos dentro de un sueño.
pensé, «ojalá que me inviten a sentarme con ellos», pero solo fueron pensamientos, seguí mi camino invisible y espere algún día cruzarme con ellos, en otro sueño, en otro mundo, en otro vida, quizás.