Õ̷̓̂͆̏̆͒́͡n̴̏̎̇̅͊͛̂͊̇͑̿͑͝è̶̉̎͌̆̊̐̉̅̃̈́̍͗̕-̶̐́͊̓̀̌͊̓̏͝S҉́͑̐̆͂̐́͂́̎̏͝ht

91 9 0
                                    


Kobeni lloraba tirada en el piso viendo la television, se ahogaba con sus lagrimas y gritaba en medio del pánico que sentía. El noticiero (o lo que quedaba del estudio donde grababan) intentaba registrar como había quedado  la ciudad luego de la batalla contra Makima, asi que podía entender su angustia, se habia retirado pero de una forma u otra había quedado enredada en los sucesos; contrario a ella, el capitán seguía sentado en su sillón, su expresión no habia cambiado, ni siquiera cuando se despidio de Denji y le advirtio sobre su posible futura muerte, mucho menos ahora que no sabíamos dónde se encontraba y si seguía vivo.

-Qu-quiero estar muerta, ¡SOY UNA COBARDE!... soy una cobarde...yo no quería ésto- susurro Kobeni desde el lugar en el suelo donde se hallaba, había intentado calmarla, pero por el shock intentaba golpearme y estallaba a gritos cada vez que me acercaba.

Estuvimos encerrados días enteros hasta que se nos acabo la comida, siempre teníamos la television prendida para saber que era lo que pasaba en el exterior, Kobeni no paraba de llorar, lo hacía hasta quedarse dormida sentada por el cansancio; había logrado librarse de su familia y de los demonios nuevamente, pero ahora su ciudad y toda la vida normal con la que había fantaseado estaba destruida. Denji estaba muerto, nunca volvió de la batalla ni su cuerpo figuraba en ésta; intentaba pensar en que tal vez su muerte no había sido tan mala, era la forma de consolarme al respecto.

Me asusté cuando el capitán se movió de su lugar, se paró y se acercó a la puerta. Había estado casi inmovil en todo ese tiempo, por momentos cerraba los ojos, pero nunca parecía estar dormido, iba al baño que quedaba del lado contrario a la puerta de salida y volvía a acomodarse en su sillón, donde bebía de su pequeña botella gris mientras miraba las noticias hasta volver a cerrar los ojos; cuando me descubría espiandolo en su rutina me miraba, serio, como siempre y yo miraba el suelo sonrojada por lo imponente que era su persona para mí. No entendía como a éste punto podía estar viva, encerrada en el mismo lugar que el y no muerta como el resto de mis compañeros.

Tengo que admitir que a veces se me escapaban lágrimas cuando sentía que no se fijaban en mí, y creía que si habría la boca rompería en llanto y nunca más podría parar, el sentimiento de ser una cobarde si lo compartía con Kobeni, bueno, era lo único que creía compartir con las dos personas que me acompañaban.

-Voy a dar una vuelta-Dijo Kishibe desde la puerta, al mismo tiempo que Kobeni habría grande los ojos y se preparaba para protestar-No se muevan, no sabemos como está la situacion afuera.

-¡NO PUEDES DEJARNOS AQUÍ!-Gritó Kobeni, mientras intentaba ir hacia la puerta a detener al hombre que nos daba la espalda. Lamentablemente sus piernas fallaron por la posicion en la que éstaba sentada, logrando que ésta comience nuevamente su llanto por la frustración y el miedo.

-Traere comida para ustedes-Lo ví encender un cigarro y finalmente cerrar la puerta, se escucharon sus pasos alejarse mezclados con el llanto de mi compañera.

Cuando los pasos dejaron de oírse comence a llorar, todo éste tiempo había permanecido casi inmovil, como para intentar comprimir en mi pecho todo lo que pasaba, pero sin Kishibe cerca el peligro podría aparecer, y en este punto sentia que el era la única persona capaz de protegerme. ¿Protegerme? Era patético pensar en algo así en éste momento, de todas formas, el hombre solo hacía lo que creía correcto y me sentía idiota por ablandarme al pensar en él.

Miré a Kobeni y me sentí rebajada, ella al menos tenía la certeza de que era la única que podría salvarse a si misma, incluso si fuere necesario hacer justicia por mano propia, no creía en la estúpida idea de un héroe. Si bien era buena con mis habilidades, tenía que admitir que desde que había conocido a Kishibe algo se había removido en mi interior, y soñaba con cosas que nunca nos pasarían, él me hacía sentir vulnerable y ésto me generaba atracción al mismo tiempo que me aterraba por el peligro en el que podía envolverme.

C̡̰͎̤͙Ạ̢͉̱̥̳P̨̲̗I̡̦ͅT̨͖͓Ą̗̜́ͅN̢͇͈͕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora