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La noche después del beso el capitán no volvió. No podía evitar sentirme un poco decepcionada, pero tampoco era ajena a su desinterés por todo; si me sorprendía la falta que cometía a su propia palabra, pero después de todo lo que había pasado podría decirse que estábamos dentro de una situación excepcional y que nada seria igual desde ahora, ni siquiera él, que parecía no perturbarse nunca; lo que sí podía asegurar que su comportamiento no estaba ligado a las palabras que cruzamos antes de que se vaya, probablemente lo que había ocurrido le importaba menos de lo me gustaría imaginar.

Aún así, cumplí con mi parte y logré mantener encerrado al hombre motosierra por dos dias y dos noches en el pequeño cuarto de hotel en el que estábamos parando, también contábamos con la compañía de Kobeni que seguía con nosotros a pesar de no estar obligada a quedarse. El clima entre nosotros era inestable, Denji intentaba no parecer afectado, sin embargo, por momentos se tumbaba en la cama y miraba al techo durante minutos hasta que algo captaba su atención, contrario a él, la muchacha no se molestaba en disimular la angustia que sentía, y parecía resguardarse en la habitación sin saber como proceder con su vida después de todo lo ocurrido.
Por mi parte me mantenía al tanto de como iban los arreglos en la ciudad, los grupos de rescate levantaban y remodelaban edificios en horas; la imágen de Japón debía mantenerse sólida frente a las otras potencias, por lo que no fue una sorpresa que en menos de una semana los edificios hayan sido levantados nuevamente y las familias reubicadas en éstos.

Ya era la tercer tarde que pasábamos en el hotel cuándo la puerta se abrió y entró por ésta el capitán, los tres lo miramos al mismo tiempo sin ninguna clase de sorpresa, no sería la primera vez que el tipo aparecía y desaparecía como le venían las ganas.
Él nos devolvió la mirada con poco interés, recorriendo rápidamente nuestros cuerpos para verificar si estábamos heridos, cuándo notó que todo estaba tal como cuándo se había ido, habló.

-Deben abandonar el hotel antes del anochecer, y debe ser de forma separada-Denji lo miraba de forma agresiva y murmuraba para si mismo, él no acataba órdenes de nadie, él era el hombre motosierra y merecía que sus deseos sean considerados-Estamos seguros por ahora, pero lo mejor sería que intenten retomar sus vidas lo antes posible.

Kobeni no se molestó en hablar, había permanecido desde la mañana en un estado de perturbación, sus ojos se encontraban abiertos en su totalidad pero no parecía mirar nada en concreto, nada lograba llamar su atención lo suficiente más que ese punto fijo en el que se encontraba atrapada. Se paró de la punta de la cama en la que se encontraba sentada mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas y salió de la habitación sin emitir palabra; solo contaba con la ropa que tenía puesta el día que fue raptada para su "cita" con el demonio motosierra y ésta parecía ser la única orden que aceptaba acatar sin discutir. Ahora podría fingir no tener unos padres y hermanas a las que servir, y para quiénes la habían visto siendo secuestrada, ella debía estar muerta, su silenciosa despedida y la cara de shock que cargaba en ese momento parecía pedir que la mantuviéramos enterrada incluso para nosotros.

Denji pasó de murmurar a exigir a los gritos que se le expliqué que se suponía que debía hacer ahora con su vida. Siguió a Kishibe escaleras abajo mientras éste lo ignoraba, su mensaje ya había sido recibido por los jovenes y era lo único que le importaba.
Con mi saco sobre uno de mis antebrazos caminaba detrás de ellos, me apresuré para no quedarme tan por detrás al ser la última en salir y logré ver el preciso momento en que al llegar a la calle el capitán se daba vuelta para por fin responder a los gritos del muchacho.

-Te puedes quedar en mi casa-Dijo mientras le arrojaba unas llaves a la altura del pecho-Ya no hay peligro de derrumbe... pero no voy a volver-Sacó uno de sus cigarrillos y comenzó a fumar esperando una respuesta. Mientras tanto Denji parecía debatirse entre si era una broma o si realmente le estaba dando un lugar donde quedarse; con Makima muerta ya no era el perro de nadie y creía que solo le quedaba volver a comer mierda en la calle.

C̡̰͎̤͙Ạ̢͉̱̥̳P̨̲̗I̡̦ͅT̨͖͓Ą̗̜́ͅN̢͇͈͕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora