𝐝𝐨𝐦𝐞𝐬𝐭𝐢𝐜

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— buen día mi gordo — papu desvió la vista del celular cuando escuchó a su hombre hablarle, con la voz todavía ronca y caminando hacia él buscando mimos.

— buen dia oso — dejó un piquito en los labios de nicolás, quien estaba tallandose los ojos con los puños cerrados, como si de un bebé se tratase. — ¿los nenes todavia dormian?

un gesto de "no se" con los hombros fue toda la respuesta que recibió de su marido, alejandro suspiro sabiendo que nico cuando se trataba del sueño era prácticamente un nene más. y ahí lo tenía, acurrucado contra su pecho en el enorme sillón. ni que tuviera dos años pensó el papu aún haciéndole mimitos en el pelo a su hombre.

— paaaa — el grito de milo alertó a ambos — valentín me esta molestandooo — otro grito se escuchó por parte del infante. nicolás rendido enterró la cabeza en el cuello del papu, quien dejo unas caricias en su nuca y después lo obligó a levantarse, encamimandose ambos hacia la pieza compartido de sus hijos.

— ¿qué pasó amores? — si había algo que nicolas amaba de su marido era la forma en la que siempre les hablaba con tanta tranquilidad, no importaba la situación, la voz de alejandro siempre iba a ser cargada de calma y amor si se estaba dirigiendo a sus hijos.

— nada, quería que me des mimos — milo sonrió inocente, corriendose a un costado en su cama individual.

— parece un bebé — la burla de valentín no tardó en llegar, ellos se llevaban excelente pero valen al ser bastante más grande a veces lo cargaba, incluso si él también viviera pidiendo atención de su papá.

— valentín — advirtió el más alto del matrimonio acercándose a su hijo para sentarse a su lado.

— perdón

milo estaba acostado sobre el pecho de su papá, con un chupete y cerrando los ojitos del sueño, ale le susurraba cosas al oído, cosas que por obvias razones nicolás no escuchaba.

— papi, ¿después puedo hablar con susana? — susana era la psicopedagoga de los cuatro niños más chiquitos, morena y mía ya tenían a su psicóloga.

nico y ale les habían enseñado que podían hablar con susana cuando estaban con sentimientos malos, y que no estaban obligados a contárselo a ellos si no querian. así como también sabían que podían hablar con cualquiera de los adultos, por suerte tenían una buena comunicación con todos sus hijos.

— obvio, después le mandamos mensaje y la llamas ¿dale? — valentin asintió, a él le caía muy bien susana, siempre lo trataba muy lindo. — ¿vamos a despertar a tus hermanas y a desayunar, campeón?

el gritito feliz de valentín hizo reír a nicolás, el pendejo amaba molestar a sus hermanas.

un rato después estaban seis de ocho en el comedor de la casa desayunando cada uno lo que quería, coty y milo seguían durmiendo. las risas abundaban por parte de todos, ale y nico estaban felices, ambos habían podido salir adelante después de matrimonios fallidos (por más que hayan terminado bien, nada los salvó de la opinión ajena) y ahora disfrutaban de su hermosa –y enorme– familia ensamblada.